El término MAD (Destrucción Mutua Asegurada) marcó los años más tensos de la Guerra Fría. Esta doctrina implicaba que las potencias, cargadas con arsenales nucleares, evitaban el enfrentamiento directo por temor a un conflicto devastador que no tendría ganadores. Hoy, con la guerra en Ucrania en su tercer año, la geopolítica global parece revivir este delicado equilibrio.
Ucrania, un campo de batalla estratégico
La reciente autorización de Joe Biden para que Ucrania utilice misiles de largo alcance contra blancos en territorio ruso ha escalado las tensiones. Este gesto, en las postrimerías de su gobierno, busca fortalecer a Ucrania antes de que una posible presidencia de Donald Trump cambie radicalmente la política estadounidense hacia el conflicto.
El dilema ucraniano:
- Ucrania enfrenta una guerra asimétrica contra una potencia militar como Rusia.
- Las fuerzas rusas, reforzadas por alianzas con Corea del Norte y apoyos económicos de China e India, amplían su influencia en las regiones ocupadas.
- Para Kiev, mantenerse fuerte en el campo de batalla es esencial para negociar desde una posición que limite sus concesiones territoriales.
Rusia y su ambición geopolítica
Para Vladimir Putin, la guerra no solo es una cuestión territorial, sino una reafirmación de la influencia rusa en el mundo. Desde el inicio del conflicto en 2022, Moscú ha defendido la idea de un “cinturón de seguridad” que garantice su protección frente a Occidente.
Desafíos para Rusia:
- Superar las sanciones económicas internacionales, algo que ha logrado parcialmente gracias a sus relaciones con China e India, grandes compradores de gas y petróleo rusos.
- Manejar las tensiones con Europa, que sigue dependiendo de sus materias primas pese a la desconfianza histórica.
- Navegar una relación ambivalente con Estados Unidos, especialmente si Trump regresa al poder con su política aislacionista.
¿Un nuevo orden mundial? La sombra de China
Aunque el conflicto parece centrarse en Rusia y Estados Unidos, la verdadera rivalidad global del siglo XXI apunta a una competencia económica y tecnológica con China.
El papel de China en el tablero global:
- Como aliado económico clave de Rusia, Beijing equilibra su relación con Occidente para proteger sus intereses comerciales.
- A diferencia de la Unión Soviética durante la Guerra Fría, China prioriza el dominio económico sobre la expansión militar.
- Su ascenso está redefiniendo el equilibrio de poder global, obligando a Estados Unidos a diversificar sus estrategias.
La diferencia entre ayer y hoy: una MAD modernizada
En la Guerra Fría, el MAD se sostenía en el enfrentamiento indirecto entre potencias, ya sea a través de conflictos locales, guerras proxy o alianzas estratégicas.
La evolución del MAD en el siglo XXI:
- Conflictos indirectos: La guerra en Ucrania es un claro ejemplo de cómo las potencias evitan enfrentarse directamente.
- Competencia económica: La rivalidad entre Estados Unidos y China se juega en terrenos tecnológicos, comerciales y diplomáticos más que en el militar.
- Interdependencia global: La economía mundial está tan conectada que un conflicto abierto afectaría a todos, dificultando las acciones unilaterales.
¿Qué podemos esperar en los próximos meses?
El panorama global sigue siendo incierto:
- Estados Unidos: Un cambio en la presidencia podría alterar drásticamente su postura hacia Ucrania, dejando a Europa con la responsabilidad principal en el conflicto.
- Rusia: Continuará buscando expandir su influencia, pero enfrentará presiones internas y externas para llegar a un acuerdo negociado.
- China: Seguirá consolidando su posición como potencia económica, evitando confrontaciones directas que perjudiquen su crecimiento.
El riesgo de una nueva Guerra Fría es real, pero su naturaleza será diferente: más sutil, económica y tecnológica, aunque no menos peligrosa.
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