La economía de China ha registrado su crecimiento más bajo desde principios de 2023, con un 4.7% en el segundo trimestre, decepcionando las expectativas. Esta desaceleración ha generado una ola de pesimismo entre los consumidores, quienes afirman sentir una presión económica «más fuerte que durante la pandemia».
Las cifras oficiales publicadas este sábado por la Oficina de Estadística de Pekín han confirmado lo que muchos ciudadanos ya sentían en su día a día: el motor económico de China está perdiendo impulso. La segunda economía más grande del mundo creció un 4.7% en el segundo trimestre, una cifra que, aunque robusta para los estándares occidentales, se encuentra por debajo de las expectativas y representa una desaceleración con respecto a los trimestres anteriores (5.3% y 5.2%).
Este es el crecimiento más débil registrado desde el primer trimestre de 2023 y, más allá de los fríos números, ha desatado una palpable crisis de confianza entre la población. Los testimonios de ciudadanos en las calles de Shanghái revelan una ansiedad creciente sobre el futuro económico del país.
«Más Fuerte que Durante la Pandemia»
La percepción en la calle es de una presión económica intensa. «Creo que la economía está realmente bajo presión este año… se percibe incluso más fuerte que hace 3 años durante la pandemia de COVID», comentó un residente de Shanghái a medios internacionales.
Esta sensación se traduce directamente en un cambio de comportamiento. Los ciudadanos reportan estar más preocupados por el futuro, con una sensación de que la economía «se va a estancar durante un tiempo relativamente largo». Como resultado, el apetito por el consumo disminuye: «todo el mundo tiende a controlar más sus gastos y ahorrar más». Este pesimismo del consumidor es un grave problema para un gobierno que busca reequilibrar su economía hacia una mayor demanda interna.
«En términos de ingresos, ahorro o poder adquisitivo, no he perdido mucho, pero estamos preocupados por el futuro… hay cierto pesimismo.» – Testimonio de un ciudadano chino.
La Contradicción del Partido Comunista
Mientras los ciudadanos se aprietan el cinturón, la respuesta del Partido Comunista Chino (PCC) parece ir en otra dirección. El gobierno ha rechazado abiertamente movimientos sociales como el «tang ping» (tumbarse), que promueven una vida minimalista y de baja demanda, considerándolos una amenaza para el ideal del «trabajo duro» y el crecimiento económico.
La estrategia oficial, enmarcada en planes como «Estándares de China 2035», sigue enfocada en convertir al país en una potencia manufacturera y tecnológica, líder en inteligencia artificial y computación en la nube, en lugar de implementar estímulos directos al consumo que alivien la presión sobre las familias. Los expertos advierten que este modelo podría no ser suficiente. «China necesita cambiar su modelo de desarrollo. El sector de consumo está deprimido», señaló un analista, indicando la urgencia de reformas que impulsen los ingresos de los hogares.
La situación actual pone a prueba el contrato social no escrito que ha regido en China durante décadas: la aceptación del control político a cambio de una prosperidad económica constante. Con la confianza del consumidor en su punto más bajo en años, el gobierno de Xi Jinping enfrenta uno de sus mayores desafíos internos hasta la fecha.


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