Crisis de desempleo en China: el auge de fingir tener trabajo

Crisis de desempleo en China: el auge de fingir tener trabajo

La crisis de desempleo en China no solo ha disparado las cifras de jóvenes sin trabajo: también ha detonado una tendencia tan insólita como reveladora del momento que vive el gigante asiático. En una sociedad donde no tener empleo se considera un fracaso personal, miles de jóvenes están pagando por fingir que trabajan en oficinas falsas que operan como refugios del estigma social.

Lo que comenzó como historias aisladas en redes sociales hoy se ha convertido en un fenómeno con nombres, precios, negocios, mercados y testimonios reales. Y mientras la tasa oficial de desempleo juvenil se coloca en 14.5%, un número mucho más inquietante se esconde detrás de las estadísticas: el miedo de toda una generación a ser vista como improductiva.

Cómo la presión social alimenta la “crisis de desempleo en China”

En China, el mandato es claro: ser productivo, siempre. Al graduarse, los jóvenes deben estudiar más, aceptar prácticas, tomar cualquier trabajo temporal o apoyar negocios familiares. No hacerlo los convierte en lo que la cultura popular llamó ken lao, una palabra cargada de desprecio equivalente a “nini”, pero con una carga moral mucho más dura.

En medio de la crisis de desempleo en China, muchos jóvenes simplemente no pueden cumplir con esas expectativas. No encuentran empleo, pero tampoco pueden admitirlo en casa. Así nació todo: primero como una necesidad emocional, luego como un mercado.

Empresas como Pretend to Work Company ofrecen escritorios, laptops, salas de juntas… y, sobre todo, una apariencia de normalidad laboral. Por apenas 75 pesos al día, cualquiera puede entrar, sentarse frente a un monitor y “trabajar buscando trabajo” mientras sus padres creen que su vida profesional avanza.

desempleo en China
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Oficinas falsas: el negocio de vender dignidad

El storytelling detrás de estas oficinas es poderoso. Shui Zhou, de 30 años, acude todos los días no para engañar a su familia, sino para engañar a la ansiedad. Ahí hace networking, estudia, prueba herramientas de IA y construye disciplina. Para él, es un refugio.

Xiaowen Tang, por su parte, necesitaba fotos para comprobar prácticas profesionales. No las tenía. La solución: pagar por una oficina falsa para tomarse una foto donde pareciera estar en un empleo real.

Otra joven, entrevistada por El País, no soportó decirle a sus padres que renunció al sector financiero. Su salida: pagar 400 yuanes al mes —más de 1,000 pesos— para mantener la ilusión de un “trabajo estable”.

El dueño de Pretend to Work Company lo resume sin metáforas:

“Lo que vendo no es un empleo. Vendo dignidad.”

Y esa frase explica por qué el fenómeno explotó.

Más allá de fingir: un país cambiando su relación con el trabajo

El impacto de la pandemia aceleró la destrucción de empleos. La Universidad de Beijing estimó que en 2023 el desempleo juvenil pudo llegar al 46.5%, una cifra tan alarmante que las autoridades dejaron de publicar datos temporalmente.

Hoy la crisis de desempleo en China no solo empuja a los jóvenes a fingir productividad, sino también a replantearse la cultura laboral. A la par surgió Tang Ping (tumbarse), un movimiento que rechaza jornadas extenuantes como la famosa 996 (9 am a 9 pm, 6 días a la semana). Esta nueva filosofía propone un ritmo de vida más moderado, priorizando bienestar por encima de prestigio o salario.

Se está gestando un cambio generacional: jóvenes que no aceptan la presión social y otros que buscan sobrevivir a ella, incluso mediante ficciones laborales.

¿Qué representa este fenómeno para el futuro laboral de China?

La existencia de este mercado revela algo profundo: más que un problema económico, China está lidiando con un conflicto identitario.

Los jóvenes ya no quieren sacrificar su salud por la productividad extrema. Pero tampoco pueden enfrentar la vergüenza del desempleo. Entre ambos polos nació esta tendencia híbrida, extraña, casi tragicómica… y totalmente real.

La crisis de desempleo en China es un espejo que refleja angustia, cansancio, expectativas imposibles y un sistema que cambia más rápido que sus propias normas sociales.

La crisis de desempleo en China ha generado una de las tendencias más insólitas del panorama laboral mundial: jóvenes que pagan por fingir que trabajan. Pero más allá de lo anecdótico, esta historia muestra el choque entre tradición, presión social y una nueva generación que no quiere vivir para trabajar.

A medida que el mercado laboral evolucione, también lo hará el significado del éxito en China. Pero por ahora, para miles de jóvenes, la única forma de sobrevivir al estigma es entrar cada mañana a una oficina que no es oficina, fichar en un trabajo que no es trabajo… y esperar que la vida real llegue pronto.

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