El origen de las protestas en Serbia
Las protestas en Serbia comenzaron a finales de noviembre, tras el colapso del techo de una estación ferroviaria que dejó 16 personas muertas. Para miles de ciudadanos, la tragedia fue más que un accidente: representó un símbolo de la corrupción en proyectos de infraestructura pública y del descontento acumulado con el gobierno del presidente Aleksandar Vucic.
Lo que inició como un reclamo por transparencia e investigación independiente rápidamente se transformó en un movimiento más amplio, encabezado principalmente por estudiantes y jóvenes, que exigían elecciones anticipadas y mayor rendición de cuentas.
Escalada de violencia en las calles
Durante cinco noches consecutivas, las manifestaciones han derivado en enfrentamientos cada vez más violentos. El sábado por la noche, los choques se intensificaron en Belgrado, Valjevo y Novi Sad, con incendios de contenedores, ataques a edificios públicos y el uso de gases lacrimógenos y granadas aturdidoras por parte de la policía.
En Valjevo, la tensión estalló luego de que circulara en redes sociales un video que mostraba a un joven golpeado brutalmente por agentes policiales durante una protesta anterior. La indignación que generaron las imágenes atrajo a miles de personas a las calles. Aunque la concentración comenzó de manera pacífica, derivó en ataques contra la sede del Partido Progresista Serbio (SNS) y otros edificios gubernamentales.
Respuesta del gobierno y cifras oficiales
El ministro del Interior, Ivica Dacic, informó que en Valjevo resultó herido un agente y que 18 personas fueron detenidas, advirtiendo que habrá más arrestos en los próximos días. Según datos oficiales, decenas de policías también han sido lesionados durante los enfrentamientos, aunque organizaciones de derechos humanos cuestionan la versión de las autoridades y denuncian excesos policiales.
Los disturbios han dejado numerosos heridos y daños materiales en edificios como el tribunal de Valjevo, la fiscalía y oficinas municipales. Mientras tanto, la policía ha negado las acusaciones de brutalidad, asegurando que los agentes han sido blanco de agresiones.
Vucic entre la presión interna y las críticas externas
El presidente Aleksandar Vucic enfrenta una creciente ola de críticas por lo que muchos consideran un estilo de gobierno autoritario. Sus detractores lo acusan de restringir las libertades democráticas, permitir la proliferación de la corrupción y mantener un control férreo sobre los medios de comunicación.
Vucic ha rechazado tajantemente la posibilidad de convocar a elecciones anticipadas y sostiene que las protestas responden a “órdenes extranjeras” con el objetivo de desestabilizar Serbia. Además, ha prometido una respuesta firme frente al movimiento opositor, lo que ha contribuido a polarizar aún más el clima político.
El rol de la comunidad internacional
El secretario general del Consejo de Europa, Alain Berset, llamó a las autoridades serbias a garantizar el derecho a la manifestación pacífica y a respetar los estándares europeos en materia de derechos humanos. La presión internacional aumenta en un contexto en el que Serbia mantiene un delicado equilibrio entre su aspiración de ingresar en la Unión Europea y sus estrechos vínculos con Rusia y China.
Bruselas ha reiterado que el respeto a los principios democráticos es una condición indispensable para avanzar en el proceso de adhesión. La violencia de los últimos días, por tanto, no solo amenaza la estabilidad interna, sino que también pone en riesgo las aspiraciones europeas del país.
Un movimiento marcado por la juventud
Uno de los aspectos más llamativos de las protestas es el protagonismo de los estudiantes y sectores juveniles, quienes han encabezado las marchas con consignas contra la corrupción y en defensa de la democracia. En su punto más alto, el movimiento logró reunir a cientos de miles de personas en las calles, lo que evidencia un profundo descontento social con el rumbo político del país.
La radicalización de una parte de las manifestaciones refleja tanto la frustración por la falta de respuestas del gobierno como la creciente hostilidad hacia el partido en el poder.
Una encrucijada para Serbia
La crisis en Serbia se encuentra en un punto crítico. La persistencia de las protestas, el endurecimiento de la respuesta policial y la presión internacional crean un escenario de inestabilidad política con consecuencias inciertas.
Mientras el presidente Vucic insiste en rechazar elecciones anticipadas y acusa a sus opositores de conspirar contra el país, el movimiento social continúa ganando fuerza, con la juventud como motor principal. El desenlace dependerá de si el gobierno opta por abrir canales de diálogo o mantener la vía represiva, una decisión que también impactará en el futuro de Serbia dentro del proyecto europeo.


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