Entre 1999 y 2014, el ahora Cardenal Robert Prevost forjó una conexión única con Chiclayo, dejando huellas de fe, servicio y cercanía con su gente. Estas son las historias jamás contadas de su episcopado.
El Obispo que caminó entre su pueblo

Chiclayo, la «Ciudad de la Amistad», recibió en 1999 a un obispo estadounidense que rápidamente se ganó el cariño de su gente: Robert Prevost. Su estilo cercano y su habilidad para escuchar transformaron su labor pastoral en una época de crecimiento espiritual y social.
«No vine a ser servido, sino a servir» — solía decir el entonces Obispo Prevost, citando el Evangelio.
Encuentros que marcaron una diócesis
El diálogo con los jóvenes: Creó espacios de formación y debate, atrayendo a cientos en una ciudad con alta deserción escolar.
La mano tendida a los más pobres: Visitó asentamientos humanos y lideró campañas de ayuda durante inundaciones.
Un puente entre culturas: Promovió el respeto por las tradiciones lambayecanas, integrando festividades locales con la liturgia.
Anécdotas que definieron su legado
Una noche, tras una misa en el distrito de La Victoria, Prevost se quedó hasta tarde escuchando a familias afectadas por la violencia doméstica. Al día siguiente, impulsó un programa de acompañamiento psicológico y legal.
¿Conoces alguna historia del Cardenal Prevost en Chiclayo? Compártela en los comentarios.
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