El 7 de febrero, la Fiscalía General de EE.UU. emitió un oficio que marca el inicio de una estrategia para la “eliminación total” de los principales cárteles mexicanos y otras organizaciones criminales transnacionales. Sin embargo, aunque el gobierno de Donald Trump ha endurecido las acciones legales contra estos grupos, hasta el momento no los ha designado oficialmente como organizaciones terroristas.
Esta medida, de implementarse, permitiría sanciones más estrictas, como el congelamiento de activos, restricciones de viaje y la posibilidad de realizar operaciones militares en su contra.
Cárteles mencionados en la estrategia
El documento menciona a:
- Cártel de Sinaloa
- Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)
- Tren de Aragua
- Mara Salvatrucha (MS-13)
Estos grupos han sido identificados como amenazas para la seguridad nacional debido a su participación en el tráfico de drogas, extorsión y violencia extrema en la región.
La omisión de otros grupos criminales
Mike Vigil, exjefe de Operaciones Internacionales de la DEA, ha criticado la postura de Trump, señalando que solo se enfoca en pandillas hispanas mientras omite a grupos supremacistas blancos como:
- Hells Angels
- Aryan Brotherhood
Estas organizaciones también trafican drogas, armas y están involucradas en delitos violentos dentro de EE.UU., pero rara vez son mencionadas en las estrategias de seguridad del gobierno estadounidense.
Consecuencias de la falta de clasificación como terroristas
La designación de los cárteles mexicanos como grupos terroristas traería implicaciones políticas y diplomáticas. Entre ellas:
- Mayor presión sobre el gobierno mexicano para cooperar en operaciones militares conjuntas.
- Sanciones financieras más severas contra personas y empresas vinculadas a estos grupos.
- Posibilidad de intervenciones militares en territorio extranjero sin necesidad de aprobación del Congreso.
¿Un movimiento político?
Vigil y otros expertos consideran que la postura de Trump responde más a una estrategia política que a un verdadero plan de seguridad, ya que busca avivar el discurso antiinmigrante y justificar acciones más radicales en la frontera.
Mientras tanto, la comunidad internacional sigue atenta a los siguientes pasos de EE.UU. y a las posibles repercusiones que esta estrategia pueda tener en la región.
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