En una fría mañana de otoño en Praga, Marta observaba los resultados electorales en su cafetería favorita. Cada número proyectado en la pantalla parecía virar el destino del país: el magnate Andrej Babiš obtenía el 35,8 % de los votos, según cifras preliminares. Ese momento marcaba el desenlace de una historia que cambiaría la política checa para los próximos años.
El ascenso inesperado
Durante años, Babiš fue visto como el empresario controversial de Chequia, con acusaciones y sombras en su pasado. Pero esta vez, la narrativa dio un vuelco: su formación ANO (Acción de Ciudadanos Descontentos) emergió como la más votada. En esa cafetería, Marta sentía que “el país está más dividido que nunca”, decía a su amiga que tomaba café al lado.
Un nuevo eje en la política europea
Este triunfo no es solo interno. Babiš ha sido crítico del apoyo militar a Ucrania, prometiendo reducir compras de munición y no aumentar el gasto en defensa conforme a la OTAN. Ese discurso encaja con su afinidad hacia Hungría y Eslovaquia, gobernados por fuerzas cercanas a Rusia y que cuestionan las sanciones a Moscú.
Si Chequia se alinea con ellos, podríamos ver un nuevo bloque prorruso en suelo europeo, debilitando la postura unificada de Bruselas frente a la guerra.
Los desafíos de gobernar
Obtener más del 35 % no garantiza una mayoría parlamentaria absoluta en los 200 escaños. Babiš deberá negociar alianzas con partidos como el SPD (antiinmigración) o movimientos más pequeños.
Mientras tanto, sus rivales —la coalición SPOLU y partidos como STAN y los Piratas— quedaron rezagados con 23 %, 11,1 % y 8,7 % respectivamente. Las negociaciones serán intensas y el reloj institucional comienza a contar.
Identidad, poder y controversia
El nuevo líder habla de “gestionar el Estado como una empresa”, con promesas de subir pensiones, salarios y reducir impuestos. También dice sentirse inspirado por Donald Trump, al punto de autodenominarse “trumpista”.
Su pasado empresarial es motivo de fuertes críticas: Agrofert, conglomerado que fundó, fue señalado por recibir fondos europeos bajo investigación por conflicto de intereses. Además, documentos históricos lo vinculan a la antigua policía secreta checoslovaca (StB), acusaciones que él niega firmemente.
Qué cambia para Ucrania
Hasta ahora, Chequia había sido un actor moderadamente activo en el apoyo a Kiev: entregas, sanciones y discursos diplomáticos. Con Babiš, ese perfil podría perder protagonismo.
Menos munición, menos compra de armas, menor presión en Bruselas: decisiones en Praga podrían alterar la dinámica política en Europa del Este y debilitar el frente común contra Rusia.
El pulso de Europa
Muchos observan con aprensión. La victoria de Babiš podría inspirar movimientos similares en otros países del bloque. Las alianzas entre nacionalistas, euroescépticos y prorrusos están en plena expansión —como el grupo Patriotas por Europa, del cual Babiš es cofundador junto a partidos como Fidesz (Hungría), Vox (España) o RN (Francia).
La historia se repite: un empresario con ambiciones políticas, escándalos detrás y promesas de cambio radical.
Marta apagó la pantalla en la cafetería y tomó un sorbo de su café. Sabía que lo que se cocía en Chequia no era solo un cambio local: era parte de una narrativa global. Ahora, la pregunta quedaba en el aire: ¿cuánto cambiará Europa si Praga se inclina hacia Moscú?


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