La tensión en el Mar de China Meridional ha alcanzado un punto de ebullición después de que Filipinas acusara formalmente a la Guardia Costera de China de comportarse “como piratas”, utilizando armas blancas durante un violento enfrentamiento en el atolón Second Thomas.
La frágil paz en el Mar de China Meridional se ha hecho añicos. En una escalada de agresión sin precedentes, el gobierno de Filipinas ha acusado formalmente a la Guardia Costera de China (CCG) de cometer «actos de piratería», alegando que su personal utilizó cuchillos, lanzas y otras armas blancas para abordar violentamente buques filipinos durante una misión de reabastecimiento en el disputado atolón Second Thomas.
El incidente, que dejó a un marinero filipino gravemente herido y varias embarcaciones dañadas, marca un peligroso punto de inflexión en la prolongada disputa territorial. El jefe de las Fuerzas Armadas de Filipinas, General Romeo Brawner, no escatimó en palabras para describir la gravedad de la situación.
«El personal de la Guardia Costera china tenía armas blancas y nuestro personal luchó con las manos desnudas. Estábamos en inferioridad numérica y sus armas fueron inesperadas, pero nuestro personal luchó con todo lo que tenía. Solo los piratas hacen esto». – General Romeo Brawner, Jefe de las Fuerzas Armadas de Filipinas.
De cañones de agua a abordajes armados
Este enfrentamiento representa una escalada cualitativa en las tácticas de Pekín. Durante meses, el mundo ha sido testigo de cómo los buques chinos utilizaban cañones de agua de alta presión y realizaban embestidas deliberadas contra los barcos filipinos. Sin embargo, el paso a abordajes con personal armado con armas blancas lleva la confrontación a un nuevo y más peligroso nivel.
Esta agresión se produce en el marco de una nueva ley china, en vigor desde junio, que autoriza a su guardia costera a utilizar fuerza letal contra buques extranjeros en aguas que reclama y a detener a presuntos «intrusos» sin juicio previo. Esta ley proporciona, desde la perspectiva de Pekín, una justificación legal para acciones que la comunidad internacional considera una violación flagrante del derecho internacional.
La decisión de Filipinas de calificar el incidente como «piratería» es un movimiento estratégico calculado. El término va más allá del lenguaje diplomático de «acoso» o «maniobras peligrosas». La piratería es un crimen universalmente condenado, que despoja a China de su legitimidad como actor estatal y lo enmarca como un agresor sin ley. Con esta palabra, Manila busca provocar una reacción mucho más fuerte de la comunidad internacional, que podría haberse desensibilizado a las noticias de colisiones de barcos.
La guerra de narrativas y el tablero geopolítico
Como era de esperar, China ha negado las acusaciones, afirmando que sus acciones fueron «profesionales y comedidas» y que los buques filipinos «invadieron ilegalmente» sus aguas, transportando materiales de construcción e incluso armas.
Este choque no ocurre en el vacío. China parece estar llevando a cabo una «investigación de umbrales» en tiempo real, probando los límites del tratado de defensa mutua entre Filipinas y Estados Unidos. Cada incidente es un experimento calibrado para ver cuánta violencia puede ejercer contra un aliado de EE. UU. antes de que se active una respuesta militar estadounidense, buscando normalizar niveles cada vez más altos de agresión y erosionar la credibilidad de las garantías de seguridad de Washington.
La respuesta regional ha sido fortalecer las alianzas. Filipinas y Japón han acordado tratar los mares de China Oriental y Meridional como «un teatro de operaciones unificado». Además, Japón planea reforzar la defensa filipina con buques de guerra usados, y la reciente visita del portaaviones USS George Washington a Manila subraya el compromiso de Estados Unidos con su aliado.
La situación en el Mar de China Meridional ha pasado de ser una disputa territorial a un conflicto de baja intensidad al borde del abismo, con un riesgo real de víctimas y una escalada militar incontrolada que pone a prueba las alianzas regionales y la determinación de la comunidad internacional.


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