El primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, enfrenta una tormenta perfecta: la presión de los nuevos aranceles de EE.UU., el descontento popular por la inflación y una elección inminente el 20 de julio que podría poner fin a su mandato. Su supervivencia política está en juego.
El liderazgo del primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, se encuentra en su momento más crítico. Atrapado en una guerra de múltiples frentes, Ishiba lucha no solo por el futuro económico de Japón, sino por su propia supervivencia política. La convergencia de una crisis comercial externa, un malestar social interno y una cita electoral decisiva ha creado un escenario de máxima presión para el mandatario.
Frente externo: La sombra de los Aranceles de Trump
La imposición de un arancel del 25% por parte de Estados Unidos ha sido un golpe directo a la estrategia económica de Japón. Ishiba se ha visto forzado a realizar un delicado acto de equilibrio diplomático. Por un lado, ha calificado la medida de «extremadamente lamentable». Por otro, ha intentado mantener abierta la puerta de la negociación, prometiendo al mismo tiempo «defender el interés nacional de Japón a toda costa». Esta postura defensiva llega en un momento de máxima vulnerabilidad.
Frente interno: La crisis del costo de vida
Mientras lidia con la presión de Washington, Ishiba enfrenta un creciente descontento en casa. La inflación ha golpeado duramente a los hogares japoneses, un problema que se cristalizó en la reciente «crisis del arroz», donde los precios del alimento básico de la nación se duplicaron debido a problemas de suministro y políticas agrícolas.
El manejo de esta crisis de precios es, para muchos votantes, un tema mucho más tangible y urgente que las complejas negociaciones comerciales. La capacidad del gobierno para ofrecer un alivio económico real es una de las claves que decidirá el voto.
Frente político: La elección del 20 de julio
Todos los caminos conducen al 20 de julio, fecha de las elecciones para la Cámara Alta del parlamento japonés. El resultado de esta votación será un referéndum sobre el liderazgo de Ishiba. El objetivo de su coalición gobernante se ha reducido a una meta modesta: mantener una mayoría simple, lo que ya representa un retroceso frente a su fuerza actual.
«No será fácil. Pero en esta difícil situación, es un objetivo que debemos alcanzar.» – Shigeru Ishiba, sobre la meta de mantener la mayoría en las elecciones.
Los índices de aprobación de Ishiba, que tocaron mínimos históricos en mayo (20.9% según Jiji Press) , han experimentado una ligera recuperación en junio, subiendo a cerca del 27%-37% según diversas encuestas. Este repunte, sin embargo, es frágil y está directamente ligado a un factor clave: el «efecto Koizumi».
La mejora en la percepción pública coincide con el nombramiento del popular Shinjiro Koizumi como nuevo ministro de Agricultura, cuyas rápidas y audaces medidas para atajar la crisis del arroz, como la liberación de reservas de emergencia, han sido bien recibidas por el público. Esto sugiere que la supervivencia política de Ishiba depende menos de su habilidad para negociar con Trump y más de la capacidad de su gobierno para ofrecer soluciones concretas a los problemas del día a día de los ciudadanos.


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