La violencia institucional volvió a resonar con fuerza en Querétaro tras un episodio que se hizo viral y que cambió por completo la narrativa entre autoridades y comerciantes de artesanías. Era sábado por la tarde, el Centro Histórico rebosaba de visitantes, música y puestos llenos de color, cuando un enfrentamiento entre inspectores municipales y artesanos terminó por escalar más allá de lo imaginable.
En cuestión de minutos, celulares alzados grabaron la escena: un inspector del área de Inspección Municipal del Comercio en la Vía Pública pateaba en el piso a un comerciante. Lo que sería un operativo más para revisar permisos se convirtió en la chispa que encendió un conflicto que llevaba meses gestándose.
Horas después, la indignación ya circulaba en redes sociales. Y para la noche del lunes, el gobierno municipal actuó: el inspector fue suspendido de inmediato. El secretario de Gobierno municipal, Federico De Los Cobos, lo confirmó mediante un mensaje claro: “En el municipio de Querétaro no toleramos ningún abuso de autoridad”. Su declaración buscó apagar el fuego, pero el incendio social ya estaba declarado.
Qué detonó el conflicto entre comerciantes e inspectores
La riña ocurrió el sábado 6 de diciembre, cuando inspectores intentaron decomisar artesanías vendidas sobre la calle 5 de Mayo, a metros de la Plaza de Armas. Lo que para autoridades era una acción de ordenamiento, para los comerciantes era otro capítulo de una larga lista de desencuentros.
Los integrantes de la asociación Coindepromix han exigido durante meses “espacios dignos” para vender sus productos. Incluso han llegado a cerrar calles como Pasteur y 5 de Mayo para hacerse escuchar.
Pero esta vez, un elemento cambió todo: el video del inspector pateando a un artesano. La imagen se convirtió en símbolo y argumento para reforzar las denuncias de violencia institucional por parte del municipio.
La violencia institucional como reclamo central
La violencia institucional no es un concepto nuevo entre los comerciantes artesanos de Querétaro. Hace semanas, colectivos feministas y defensores de derechos humanos habían señalado patrones preocupantes. El lanzamiento de la app “Quidémonos”, destinada a acompañar a mujeres en situaciones de riesgo, reavivó la discusión.
Para Diana Arlette Chávez, de Feminismo para Todas MX, la contradicción es evidente:
“Es el mismo municipio que ha violentado a mujeres indígenas artesanas y también a nosotras como acompañantes”.
Su crítica no cuestiona la utilidad de la aplicación, sino la falta de coherencia institucional entre el discurso y la práctica.
A mitad de esta historia, la palabra clave objetivo vuelve a tomar protagonismo: la violencia institucional como un fenómeno que se reproduce cuando hay fallas profundas en la comunicación, la protección de derechos y la aplicación de la ley.
Falta de comunicación, el origen del caos
Tras el conflicto, la asociación COIDEPROMIX mostró capturas de WhatsApp donde el municipio aseguraba haber informado sobre una “zona de tolerancia” en el Jardín Guerrero. Sin embargo, la lideresa del grupo afirmó que jamás recibió notificación oficial.
Los inspectores insistieron en que sí hubo diálogo; los comerciantes aseguraron lo contrario.
Entre mensajes cruzados, pendientes ignorados y burocracia que nunca se comunica de forma directa, la tensión estalló en una calle donde turistas compraban recuerdos y músicos afinaban instrumentos.
El conflicto alcanza al arte: concierto suspendido
Mientras todo ocurría, a pocos metros la pianista Argentina Durán, de la Orquesta Sinfónica Nacional de México, ofrecía un concierto al aire libre como parte del Festival Internacional de Piano Fortepiano 2026.
Intentó continuar, incluso cuando la tensión comenzó a sentirse detrás de ella. Pero la última pieza quedó inconclusa. La artista fue retirada del escenario por seguridad, mientras el público se dispersaba sin entender del todo lo que estaba pasando.
El arte cedió paso a la crisis social, como si Querétaro viviera dos realidades simultáneas.
La violencia institucional sigue en el centro de la discusión
El caso del inspector suspendido no es un hecho aislado: para muchos comerciantes, es el síntoma de un problema mayor. Así concluye esta historia donde la violencia institucional aparece al inicio, al centro y al final, marcando un punto crítico para la relación entre autoridades y ciudadanía.


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