En los últimos días, Acapulco, Guerrero, ha sido escenario de una serie de ataques que han puesto en jaque a gigantes empresariales como Coca-Cola FEMSA, Grupo Modelo y Pepsi. Tres repartidores fueron víctimas de la violencia: dos fallecieron y uno resultó gravemente herido. Este hecho ha obligado a las empresas a suspender operaciones de reparto en la ciudad, dejando un vacío en la distribución de productos esenciales como refrescos, cerveza y alimentos.
La cronología de los ataques es alarmante:
- 5:00 p.m., jueves: Un repartidor de Grupo Modelo fue asesinado a balazos en la calle Tadeo Arredondo.
- Media hora después: En la colonia Hogar Moderno, un trabajador de Sigma Alimentos, que distribuye productos FUD, fue gravemente herido.
- 6:00 p.m.: Un promotor de Coca-Cola fue baleado en la colonia Bella Vista, perdiendo la vida en el lugar.
Estos ataques no son hechos aislados, sino parte de una creciente ola de inseguridad que afecta tanto a trabajadores como a la actividad económica en esta ciudad turística.
Empresas en alerta: medidas drásticas ante la violencia
Ante estos incidentes, las empresas más importantes de alimentos y bebidas en México han tomado medidas extremas para proteger a sus empleados:
- Coca-Cola FEMSA: Suspendió operaciones en sus cuatro bodegas en Acapulco.
- Grupo Modelo y Pepsi: Detuvieron la distribución desde sus instalaciones en Cayaco, Renacimiento y la carretera Cayaco-Puerto Marqués.
- Sigma Alimentos: Paralizó todas sus unidades de reparto en la ciudad.
Bodegas afectadas:
| Empresa | Ubicación |
| Coca-Cola | Cuatro bodegas en la ciudad |
| Pepsi | Cayaco y Renacimiento |
| Grupo Modelo | Carretera Cayaco-Puerto Marqués |
Otras compañías como Bonafont y Epura han reducido sus rutas de distribución, priorizando zonas más seguras. Este parón logístico amenaza con generar desabastecimientos en tiendas, restaurantes y hoteles, pilares económicos de Acapulco.
Impacto económico de la inseguridad
La suspensión de operaciones no solo afecta la vida de los trabajadores, sino también a toda la economía local. Acapulco depende en gran medida de la actividad empresarial y el turismo, y esta situación podría agravar una crisis económica ya existente.
- Comercios locales: Tiendas pequeñas, que dependen del abastecimiento constante de bebidas y alimentos, enfrentan posibles cierres por falta de productos.
- Sector turístico: Restaurantes y hoteles verán afectado su servicio, lo que podría impactar negativamente la experiencia de los visitantes.
- Confianza empresarial: La inseguridad genera incertidumbre entre las compañías, poniendo en riesgo futuras inversiones en la ciudad.
Además, estos eventos afectan la percepción de seguridad en Acapulco, uno de los destinos turísticos más reconocidos en México. La imagen de violencia podría desalentar la llegada de turistas, reduciendo aún más los ingresos en la región.
Autoridades responden: ¿Es suficiente?
Ante la magnitud de los ataques, las autoridades han implementado un refuerzo de la seguridad en las zonas más conflictivas:
- Patrullajes permanentes en coordinación con el Ejército, la Marina y la Guardia Nacional.
- Filtros vehiculares y recorridos a pie en puntos estratégicos.
- Reuniones con Concamin: La Confederación de Cámaras Industriales exige medidas concretas para garantizar la seguridad de los trabajadores.
Sin embargo, organizaciones civiles y empresariales han señalado que estas medidas son insuficientes. Urgen un enfoque integral que no solo actúe tras los hechos, sino que prevenga la violencia y proteja a los ciudadanos.
¿Qué representa esto para Acapulco?
La suspensión de actividades por parte de empresas como Coca-Cola, Modelo y Pepsi marca un precedente alarmante. Si la violencia no se controla, otras compañías podrían tomar medidas similares, llevando a:
- Pérdida de empleos: Decenas de familias podrían quedarse sin ingresos.
- Desinversión: Empresas nacionales e internacionales podrían abandonar la ciudad.
- Desabastecimiento: Productos básicos podrían volverse escasos, afectando a miles de habitantes.
Esta situación también evidencia la urgencia de políticas públicas efectivas que garanticen la seguridad en ciudades como Acapulco, donde la violencia ha dejado de ser un problema aislado y afecta directamente la vida cotidiana de sus habitantes.
Conclusión: Un llamado a la acción
La violencia en Acapulco ha llegado a un punto crítico. Los ataques a repartidores y la suspensión de actividades por parte de grandes empresas son una señal de alarma que exige una respuesta inmediata y coordinada.
Para que la ciudad recupere la estabilidad, es necesario:
- Fortalecer las medidas de seguridad.
- Invertir en programas sociales que reduzcan la violencia estructural.
- Garantizar la confianza empresarial, protegiendo tanto a los trabajadores como a las inversiones.
La seguridad y la economía van de la mano. Sin paz, no hay desarrollo. Es momento de actuar antes de que las consecuencias sean irreversibles.
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