Tensiones crecientes en la comunidad universitaria
La UPN tras seis semanas de paro en la unidad Ajusco, los estudiantes rechazaron públicamente la versión oficial de que existe un “diálogo abierto” con la Secretaría de Educación Pública (SEP) y con autoridades universitarias, afirmando que los encuentros han sido “de oídos sordos” y sin resultados. La tensión exhibe un deterioro institucional prolongado, así como demandas históricas que, según los alumnos, no han sido atendidas a pesar de múltiples solicitudes anteriores.

UPN: Reclamos sobre diálogo y representatividad
Durante una conferencia de prensa, los estudiantes aclararon que no existe un diálogo real como afirmó el titular de la SEP, Mario Delgado, en la conferencia presidencial. Explicaron que las reuniones sostenidas hasta hoy no han ofrecido soluciones concretas y que la comunidad estudiantil —de licenciatura y posgrado— se mantiene “unida y firme” en sus exigencias.
Su petición central es la destitución de la rectora Rosa María Torres y la resolución de su pliego petitorio, que incluye demandas de infraestructura, becas, apoyos económicos, condiciones de seguridad y atención a temas de género, entre otras necesidades largamente señaladas.
Paro de seis semanas y deterioro acumulado
Los estudiantes recordaron que el paro comenzó el 28 de octubre y se ha mantenido debido a la “negativa hermética” al diálogo por parte de la administración universitaria y a la “indiferencia” de la SEP. Enfatizaron que muchas de las demandas provienen de generaciones anteriores y se remontan incluso a periodos previos a la pandemia, lo que evidencia una problemática que se ha profundizado con los años.
Además, cuestionaron las afirmaciones de que sus solicitudes son fáciles de atender: “Si realmente fuera así, ¿por qué no se han resuelto?”, expresaron.
Docentes respaldan las denuncias
Miembros de la Asamblea de Académicos y Académicas de la UPN respaldaron abiertamente a los estudiantes. Señalaron un grave deterioro en las instalaciones, producto de siete años sin mantenimiento adecuado.
Docentes como Elena Tapia denunciaron que han impartido clases entre goteras, filtraciones y fallas constantes de electricidad e internet. Otros profesores afirmaron que las autoridades minimizan el problema al afirmar que solo un grupo reducido está inconforme, cuando “la realidad es que toda la comunidad resiente las condiciones deplorables”.
Recorrido por instalaciones dañadas
En un recorrido por el plantel, se exhibieron daños visibles:
- Un auditorio con olor a humedad por filtraciones de agua a través de agujeros en el techo.
- Grietas en paredes, donde incluso pueden verse los tabiques.
- La biblioteca cerrada desde agosto por remodelaciones que, según los estudiantes, no muestran avances significativos tras casi seis meses.
- Reparaciones que aparentemente comenzaron solo después del inicio del paro.
Estas evidencias refuerzan los argumentos de la comunidad estudiantil sobre la urgencia de atender las condiciones del campus.
Llamado a un diálogo auténtico
A pesar de la confrontación con las autoridades, los estudiantes reiteraron que están dispuestos a participar en un diálogo real y transparente, siempre que exista voluntad de resolver las problemáticas estructurales que afectan su formación académica y su vida universitaria.
Consideran que la solución pasa por escuchar al estudiantado y reconocer que el conflicto no es aislado ni reciente, sino el resultado de años de desatención, falta de mantenimiento y ausencia de políticas efectivas de bienestar universitario.

Perspectivas y escenarios
El conflicto en la UPN pone de relieve una discusión más profunda sobre la gestión de universidades públicas, la asignación de recursos, la transparencia institucional y el papel de las autoridades educativas en la resolución de conflictos estudiantiles.
Si las autoridades insisten en sostener que el diálogo ya existe, y los estudiantes lo niegan, el punto crítico será establecer un proceso verificable, con acuerdos públicos, mecanismos de seguimiento y metas de cumplimiento. El desgaste acumulado sugiere que cualquier solución deberá abordar tanto lo urgente —infraestructura, servicios, seguridad— como lo estructural, incluyendo la gobernanza universitaria.


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