En Tepito, las bocinas rugieron como si el tiempo nunca hubiera pasado. Después de casi seis años de silencio, el corazón sonidero de la Ciudad de México volvió a latir. En las calles donde el ritmo es identidad, los vecinos se reunieron para celebrar el 68 aniversario de los mercados de las Lagunillas, Granaditas, Tepitos y Martínez de la Torre: los pilares comerciales y culturales del barrio bravo.
Un regreso que hizo temblar las calles
La avenida del Trabajo se transformó en pista de baile. Desde temprano, la gente se congregó para disfrutar de más de 50 sonideros, quienes devolvieron al barrio el sonido que lo vio nacer. Cumbia, salsa, guaracha y ritmos tropicales se mezclaron entre aplausos, luces y abrazos.
Entre los más aclamados, Ramón Rojo Villa, legendario creador de La Changa, compartió un mensaje lleno de emoción:
“Tepito es la cuna de todo el movimiento sonidero. Aquí empezó una fuerza que cruzó fronteras y llevó nuestra música a todo el mundo”.
Rojo, quien inició su trayectoria en 1968, recordó que la cultura sonidera nació entre altavoces, cables y corazones que no conocían fronteras. Su legado ha resonado en Estados Unidos, Portugal, España y próximamente Japón, llevando el espíritu del barrio más allá de la capital.
Orgullo que se hereda
Entre los asistentes, Lupita “La Cigarrita”, hija y nieta de sonideros, aseguró que el sonido “le corre por las venas”. Con una sonrisa y el micrófono en mano, aseguró que esta celebración no es solo una fiesta, sino una herencia viva.
“El sonidero es nuestra historia, nuestra identidad. Aquí todos bailamos con el alma.”
La declaratoria del sonidero como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México hace dos años fue un paso decisivo para reconocer el impacto social y artístico de esta tradición popular.
La unión del barrio y la fuerza de la música
Carlos “El Chino” Herrera, boxeador y orgulloso tepiteño, destacó que el evento marca un antes y un después.
“Tuvimos años difíciles, pero hoy volvemos a bailar con más fuerza. Este es el verdadero Tepito: alegre, unido y lleno de vida.”
El festejo se realizó en una zona más amplia para evitar conflictos y promover la convivencia familiar. La Secretaría de Cultura respaldó la organización, reafirmando su compromiso con las expresiones culturales que dan identidad a los barrios populares.
Mientras tanto, en Iztapalapa, otros pueblos originarios exigían apoyos para preservar sus fiestas tradicionales, recordando que la cultura —como la música— necesita respaldo constante para sobrevivir.
Una fiesta que trasciende generaciones
Ya entrada la noche, las luces se apagaron lentamente, pero el eco del bajo siguió flotando entre los puestos, los mercados y las risas. Tepito volvió a bailar, demostrando que la música puede más que la adversidad.
La jefa de Gobierno, Clara Brugada, llamó a preservar la paz durante las celebraciones patronales, recordando que “la fiesta es para convivir, no para dividir”.
El barrio respondió con lo que mejor sabe hacer: bailar al ritmo de su historia.
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