Del 6 al 13 de octubre se conmemora la Semana Nacional de la Salud Mental, una fecha que invita a reflexionar sobre la importancia de atender este tema desde la niñez y la adolescencia.
La psicóloga Alim Yam subrayó que los primeros años de vida son determinantes para formar adultos emocionalmente estables, con capacidad de afrontar la frustración y establecer relaciones saludables.
“La salud mental no es algo que aparece de la nada en la vida adulta. Es el resultado de aprendizajes, cuidados y experiencias que se van acumulando desde la infancia.
“Si no enseñamos a los niños a reconocer lo que sienten, a expresarlo y a pedir ayuda, crecerán con vacíos que pueden transformarse en ansiedad, depresión o adicciones”, explicó.
La psicóloga detalló que muchas veces se subestima el impacto de las emociones en la infancia porque se piensa que son “cosas pasajeras”. Sin embargo, aseguró que cada etapa deja huellas.
“Un niño al que constantemente se le dice que ‘no llore’ o que ‘no exagere’ aprende a invalidar lo que siente. Eso, con el tiempo, puede convertirlo en un adolescente que se aísla y en un adulto que no sabe pedir apoyo, porque cree que sus emociones no importan”, dijo.
Riesgo de no atender a tiempo
Por otro lado, Alim Yam hizo hincapié en que los riesgos de no atender a tiempo la salud mental son múltiples y se manifiestan con más fuerza en la adultez. Desde cuadros de depresión y ansiedad hasta conductas violentas o problemas de adicción, muchas de estas situaciones tienen su raíz en experiencias que no fueron acompañadas durante la infancia.
“Es como una herida física: si no la limpias y la atiendes desde el inicio, con los años puede infectarse y volverse más grave. Con la salud mental pasa exactamente lo mismo”, compartió.
Para la especialista, las familias y las escuelas tienen un papel decisivo. Insistió en que los adultos deben brindar espacios de escucha y confianza, aunque a veces parezcan temas pequeños.
“Un adolescente que cuenta que fue víctima de bullying y recibe como respuesta un ‘ignoralos’ o ‘no es para tanto’, aprende que lo que vive no merece atención. Esa indiferencia puede volverse un dolor profundo que lo acompañará mucho tiempo”, explicó.
Un trabajo en familia
De acuerdo con Yam, la prevención debe estar en el centro de la conversación, no solo la atención cuando ya hay un problema visible, pues de esta forma también se refuerza la confianza y los lazos familiares.
“Así como llevamos a los niños al pediatra aunque no estén enfermos, también deberíamos considerar revisiones psicológicas preventivas. La salud mental no debería ser vista como algo que solo se atiende en crisis, sino como un acompañamiento constante”, comentó.
En este sentido, la psicóloga sugirió prácticas sencillas que pueden marcar la diferencia en el día a día como permitir que los niños nombren lo que sienten, no minimizar sus emociones, fomentar actividades recreativas que fortalezcan la autoestima y garantizar que en las escuelas existan espacios seguros para expresarse.
“Cuando un niño sabe que puede llorar sin ser juzgado, o que puede hablar sin ser regañado, está aprendiendo que su mundo emocional es válido. Y ese aprendizaje lo acompañará toda la vida”, explicó.
La psicóloga recordó que la salud mental de la infancia no es un tema individual, sino una responsabilidad colectiva. La Semana Nacional de la Salud Mental, dijo, es también un llamado a derribar prejuicios.
“Buscar ayuda psicológica no es un signo de debilidad, sino de responsabilidad. Si entendemos esto desde la niñez, estaremos formando generaciones más fuertes, capaces de afrontar sus retos con equilibrio y resiliencia”.
Señales de alerta en niños y adolescentes
- Cambios bruscos de humor o aislamiento repentino
- Dificultad para dormir o cambios en el apetito
- Bajo rendimiento escolar sin causa aparente
- Quejas frecuentes de dolor de cabeza o estómago
- Expresiones de tristeza, miedo o enojo constantes
- Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba
Riesgos de no atender la salud mental a tiempo
- Desarrollo de ansiedad o depresión en la adultez
- Mayor vulnerabilidad a caer en adicciones
- Problemas para establecer relaciones sanas
- Conductas violentas o de autolesión
- Dificultades para manejar la frustración y el estrés
Lo que sí ayuda en casa y la escuela
- Escuchar sin juzgar ni minimizar las emociones
- Validar lo que sienten y enseñarles a ponerle nombre
- Promover actividades artísticas, deportivas o recreativas
- Establecer rutinas claras y ambientes seguros
- Buscar acompañamiento psicológico cuando sea necesario
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