Desde su consultorio, el cirujano plástico Luis Rodrigo Reynoso desafía un tabú médico. Mientras en países como Estados Unidos, Turquía y España las sanguijuelas se consideran herramientas indispensables en cirugía reconstructiva, en México su uso está marginado por prejuicios y falta de regulación.
“Cuando un tejido no puede eliminar la sangre que recibe, no hay fármaco ni cirugía que iguale el efecto de una sanguijuela”, afirma Reynoso.
Su experiencia lo respalda: más de 20 operaciones exitosas en una década, con pacientes que lograron salvar orejas, dedos y fragmentos de piel gracias a estos pequeños anélidos.
El poder terapéutico de un organismo subestimado
Las sanguijuelas pertenecen al grupo de los anélidos, y entre las más de 600 especies, la Hirudo medicinalis es la más utilizada en medicina moderna. Puede absorber hasta 10 mililitros de sangre y libera una sustancia anticoagulante que permite que los tejidos trasplantados se oxigenen y drenen adecuadamente.
Su uso médico no es nuevo. En el Egipto antiguo y Roma clásica ya eran empleadas para tratar congestiones sanguíneas. Tras caer en desuso en el siglo XX, fueron reintroducidas en los años 60, cuando se descubrió que su saliva contiene más de 30 compuestos bioactivos con propiedades anticoagulantes, anestésicas y vasodilatadoras.
Hoy, en Europa y Estados Unidos, son parte de protocolos para tratar injertos, osteoartritis y artritis reumatoide. Reynoso comprobó su eficacia en Turquía durante su formación y decidió adaptar la práctica a México, aunque el camino no fue fácil.
Historias de éxito: cuando una sanguijuela salva una vida
El cirujano recuerda tres casos que cambiaron su percepción:
- Una oreja reimplantada tras un accidente, donde la congestión amenazaba con necrosis.
- Un dedo del pie trasplantado a la mano, que recuperó movilidad gracias a la terapia.
- Una nariz reconstruida después de la mordedura de un caballo.
En cada caso, las sanguijuelas actuaron como drenaje vivo, succionando el exceso de sangre y permitiendo la regeneración natural del tejido.
“Cuando el paciente ve que solo una sanguijuela puede salvarle una parte del cuerpo, cambia su opinión por completo”, relata.
Obstáculos en México: miedo, burocracia y desinformación
A pesar de su efectividad, Reynoso reconoce que México enfrenta tres grandes barreras:
- No existen granjas certificadas de sanguijuelas.
- Falta regulación sanitaria y protocolos médicos.
- Persiste el rechazo cultural.
“Cuando intenté introducirlas formalmente, la Semarnat y la Cofepris detuvieron el proceso porque pensaban que quería liberar una especie exótica”, explica.
En realidad, su propuesta buscaba crear un modelo de uso controlado y médico, tal como sucede en Estados Unidos, donde incluso se incineran tras cada aplicación para evitar infecciones.
Además, sugiere reformas legales que clasifiquen a las sanguijuelas como dispositivos médicos, lo que permitiría certificar a los profesionales y garantizar protocolos de higiene y manejo.
Un cambio de visión: de lo repulsivo a lo curativo
La resistencia cultural sigue siendo el mayor obstáculo. Muchos pacientes sienten rechazo o miedo, pero al conocer los casos de éxito, terminan aceptando el tratamiento. Reynoso insiste:
“Ojalá dejemos de verlas como simples larvas y las reconozcamos como aliadas de la medicina moderna.”
El cirujano apuesta por que el Consejo de Salubridad General y la Secretaría de Salud impulsen una granja nacional de sanguijuelas certificada, con fines médicos y de investigación.


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