Una maternidad marcada por la carencia
En México, ser madre en prisión significa vivir un embarazo sin acceso a cuidados médicos adecuados, sin certeza sobre la salud del bebé, y en un entorno lleno de limitaciones y violencia estructural.
Historias que conmueven y exigen acción
- Adri, quien soportó contracciones por más de un día antes de ser trasladada al hospital, porque nadie le creyó.
- Mujeres que dan a luz esposadas, custodiadas por policías en un momento tan íntimo como vulnerable.
- Madres que regresan a celdas hacinadas tras el parto, sin un espacio digno para ellas o sus recién nacidos.
Criar a un hijo en prisión: Amor en medio de la adversidad
En prisión, los niños pueden permanecer con sus madres solo hasta los tres años. Después, son separados, una realidad desgarradora tanto para ellas como para sus hijos. Estas madres luchan por criar a sus pequeños con amor, a pesar de las carencias, las malas condiciones sanitarias y el constante estigma.
Un sistema que normaliza lo inhumano
¿Cómo permitimos como sociedad que estas condiciones persistan? Muchas personas justifican esta crueldad bajo la idea de que las mujeres en prisión merecen su destino. Sin embargo, la justicia no debe ser sinónimo de sufrimiento inhumano.
Retos del sistema penitenciario:
- Falta de acceso a atención médica adecuada.
- Hacinamiento y condiciones insalubres.
- Desigualdad en el trato hacia las mujeres privadas de la libertad.
Maternidad y privilegio: Una reflexión necesaria
Como madre primeriza, rodeada de apoyo y cuidados, no puedo evitar comparar mi experiencia con la de estas mujeres. Mi privilegio me recuerda que, más allá de las diferencias, todas las madres compartimos un amor incondicional y el deseo de un futuro mejor para nuestros hijos.
¿Qué podemos hacer como sociedad?
Visibilizar estas historias es el primer paso. Necesitamos exigir cambios estructurales que garanticen derechos básicos para las mujeres en prisión:
- Acceso a atención médica de calidad durante el embarazo y el parto.
- Espacios dignos para las madres y sus hijos.
- Políticas que prioricen la reinserción social en lugar del castigo perpetuo.
Una tribu que lucha por el cambio
El cambio empieza con la empatía y la acción colectiva. Como sociedad, debemos ser la tribu que sostiene a estas mujeres, recordándoles que no están solas y luchando por un sistema que no perpetúe la injusticia.
Mientras sigamos visibilizando estas historias y trabajando por un cambio real, habrá esperanza. Porque ninguna mujer debería enfrentar la maternidad en condiciones tan inhumanas.
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