Marco Eduardo Castro Cárdenas, conocido como Markitos Toys, está en el centro de una polémica que ha sacudido tanto las redes sociales como los medios tradicionales. El influencer, famoso por sus videos en YouTube, ha sido señalado por supuestos vínculos con Los Chapitos, una facción del Cártel de Sinaloa. Las acusaciones provienen del canal de YouTube Ocran Leaks y de la periodista Anabel Hernández, quienes lo relacionan con actividades ilícitas, como el tráfico de fentanilo y la provisión de armas.
En este artículo, exploramos las acusaciones, la respuesta de Markitos Toys y el impacto de este escándalo en su carrera y su público.
Señalamientos: narcotráfico y vínculos peligrosos
El canal de YouTube Ocran Leaks, conocido por sus investigaciones sobre el narcotráfico, publicó un video que detalla las supuestas actividades ilegales de Markitos Toys. Según el creador del canal, que algunos especulan podría ser Dámaso López Serrano (El Mini Lic), el influencer habría estado involucrado en:
- Tráfico de fentanilo: Distribuyendo sustancias hacia estados como Arizona, Nuevo México y Texas.
- Relación con “El Nini”: Amigo cercano de Markitos, era jefe de seguridad de Los Chapitos hasta su captura en 2023.
- Participación en conflictos internos del Cártel de Sinaloa: Proveyendo recursos y armas a las facciones delictivas.
Las acusaciones se intensificaron cuando, en septiembre de 2023, avionetas sobrevolaron Sinaloa arrojando panfletos que señalaban a colaboradores de Los Chapitos, incluyendo a Markitos Toys, apodado como “El Llorón”.
Declaraciones pasadas que generan controversia
Algunas declaraciones del propio Markitos han alimentado las sospechas. En entrevistas, ha mencionado que en su juventud soñaba con ser narco, influenciado por el estilo de vida lujoso y respetado que observaba en su comunidad.
“Aquí donde vivimos, yo miraba que el narco era el que traía el carrón, la camionetón, el alivianado, el respetado. Eso es lo que uno quiere de morrillo.”
Estas declaraciones han sido utilizadas por sus detractores para respaldar las acusaciones, argumentando que su éxito económico podría tener orígenes cuestionables.
Markitos Toys responde: “Todo es envidia”
Ante el aluvión de críticas, Markitos Toys utilizó sus redes sociales para defenderse. En un tono desafiante, negó categóricamente cualquier vínculo con actividades ilícitas y atribuyó los rumores a la envidia generada por su éxito.
“Si sorprende porque me he comprado carros, casas y llevo una mejor vida, pónganse a trabajar. Así lo logré yo.”
El influencer también aprovechó para desmentir que las acusaciones afecten su estado emocional o su imagen pública:
“No me molesta que hagan videos sobre mí. Si pueden monetizar usando mi nombre, qué bueno que les ayude a quitarse el hambre.”
Markitos reconoció su amistad con El Nini, pero insistió en que se trata de una relación personal y no laboral.
¿Influencia o glorificación?
A pesar de las aclaraciones, las críticas hacia Markitos Toys se mantienen. Algunos opinan que su contenido, donde frecuentemente muestra lujos y referencias al narcotráfico, puede glorificar actividades ilícitas y enviar un mensaje equivocado a los jóvenes.
Por otro lado, sus seguidores destacan su carisma y las obras benéficas que ha realizado, defendiendo que su éxito es fruto de su trabajo como creador de contenido y empresario.
El caso de Jesús Miguel “El Jasper”
La polémica se intensificó este fin de semana con el asesinato de Jesús Miguel El Jasper, otro youtuber cercano a Markitos Toys, quien recibió más de 70 impactos de bala. Aunque Markitos no se ha pronunciado públicamente sobre el asesinato, el hecho ha generado especulaciones sobre los riesgos que enfrenta el círculo del influencer.
¿Qué sigue para Markitos Toys?
Las acusaciones han puesto a Markitos Toys en una posición complicada, dividiendo la opinión pública entre quienes lo ven como víctima de calumnias y quienes cuestionan la legitimidad de su estilo de vida. Mientras tanto, su popularidad sigue intacta, con millones de seguidores en redes sociales atentos a cada uno de sus movimientos.
Este caso plantea preguntas más amplias sobre la responsabilidad de los influencers y el impacto de sus mensajes en una sociedad vulnerable al narcotráfico y la violencia.
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