Una felicitación diplomática desde México
La mañana del martes, desde el emblemático Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum abrió su conferencia con una declaración que marcó el tono diplomático del día: “Quiero felicitar públicamente al nuevo, bueno, ya era primer ministro, pero se ha reconocido ya su triunfo oficial, de Mark Carney, que es el Primer Ministro de Canadá”.
Sheinbaum, visiblemente sonriente, anunció que también replicaría la felicitación en sus redes sociales. Era mucho más que un gesto de cortesía: simbolizaba una sintonía política y una visión compartida entre dos gobiernos progresistas que enfrentan sus propios retos con diplomacia firme y narrativa de unidad nacional.
Mark Carney: del Banco Central a líder inesperado
Hasta hace algunos meses, el nombre de Mark Carney estaba más relacionado con la estabilidad monetaria que con la lucha electoral. Fue presidente del Banco de Canadá y también del Banco de Inglaterra. Su entrada al terreno político llegó en un momento de crisis para el Partido Liberal, que enfrentaba una posible derrota histórica tras una década de desgaste con Justin Trudeau al frente.
Pero Carney supo leer el momento. Con un tono calmado y una visión tecnocrática, logró reconectar con el electorado en medio del caos provocado por las declaraciones incendiarias del expresidente estadounidense Donald Trump.
Trump, el detonante inesperado del cambio electoral
La campaña conservadora de Pierre Poilievre se perfilaba como imbatible. Con una estrategia centrada en el hartazgo económico —altos precios en alimentos, renta y vivienda—, esperaba arrasar en las urnas.
Pero cuando Trump insinuó que Canadá debería anexarse como el estado 51 de Estados Unidos, todo cambió. Las amenazas a la soberanía nacional y las tensiones comerciales con Washington despertaron un espíritu nacionalista en el electorado.
Ese giro emocional favoreció directamente a Carney y a los liberales, que transformaron el discurso: de una elección sobre la economía doméstica a un referéndum sobre la independencia y la identidad canadiense.
Un triunfo sin mayoría clara, pero con narrativa dominante
Los resultados preliminares del lunes 28 mostraban al Partido Liberal como el más votado, con una mayoría relativa en el Parlamento de 343 escaños. Aunque aún no se confirma si alcanzarán la mayoría absoluta, lo cierto es que controlan la narrativa, y eso, en política, vale oro.
Carney no solo se impuso como líder partidario y jefe de gobierno, sino que se convirtió en símbolo de unidad ante la presión externa. La campaña, que parecía perdida, se transformó en una lección de resiliencia política y manejo de crisis.
La lectura de México: afinidades y cooperación
Desde México, Claudia Sheinbaum ha observado con atención el giro de Canadá. Su rápida felicitación no solo fue un acto de cortesía, sino una expresión de interés estratégico. Canadá y México comparten mucho más que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Ambos países se han enfrentado a las presiones unilaterales de Washington y han reforzado sus vínculos bilaterales.
Con Carney al frente, se abre la posibilidad de una nueva etapa de colaboración. Ambos gobiernos han puesto en el centro temas como el cambio climático, la justicia social, la igualdad de género y la soberanía económica.
¿Qué representa Carney para el futuro de Canadá?
La elección de Mark Carney es una señal clara de que los canadienses no están dispuestos a ceder ante presiones externas ni a desmantelar los avances sociales de la última década.
Su perfil técnico, combinado con una narrativa de firmeza y unidad, lo posiciona como una figura de transición hacia una política más pragmática, sin renunciar a los valores progresistas que defendieron sus predecesores.
Carney no es Trudeau. Pero representa una evolución: un liderazgo menos carismático, más calculador, pero igualmente comprometido con el futuro soberano de Canadá.
Una nueva alianza progresista en América del Norte
En un contexto de incertidumbre global, la alianza entre México y Canadá podría fortalecerse como contrapeso a los giros extremos en la política estadounidense.
La felicitación de Sheinbaum a Carney es el inicio simbólico de ese entendimiento. Dos países que, sin ser idénticos, comparten una visión: la defensa de su soberanía, la búsqueda de justicia social y la convicción de que la política puede ser una herramienta de dignidad y no de sumisión.
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