Colectivos juveniles integrados principalmente por jóvenes de la Generación Z anunciaron una segunda marcha en la Ciudad de México, programada para el 20 de noviembre a las 11:00 horas, apenas cinco días después de la primera movilización que reunió a miles de asistentes y dejó un fuerte debate público debido a los actos de confrontación registrados en el Centro Histórico.
La nueva convocatoria se ha difundido de manera masiva en redes sociales como TikTok, Instagram y X, donde circulan videos, carteles digitales y el hashtag #GenZNoSeRinde, una frase que se ha convertido en distintivo del movimiento.
El mensaje principal —“México no se rinde”— busca apelar a la indignación social por la violencia creciente, la impunidad y, especialmente, el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, un hecho que detonó gran parte del enojo ciudadano y motivó a jóvenes a tomar las calles.
Demandas del movimiento de la Generación Z
Los organizadores insisten en que la marcha de la Gen Z no responde a intereses partidistas ni busca protagonismo político. Señalan que el objetivo es impulsar cambios estructurales que atiendan la inseguridad, la falta de justicia y la ausencia de oportunidades. Entre sus principales exigencias se encuentran:
- Mejorar la seguridad pública a nivel nacional.
- Poner fin a la impunidad en casos de violencia.
- Garantizar transparencia en el uso de recursos públicos.
- Ampliar oportunidades laborales y educativas para los jóvenes.
- Impulsar una participación ciudadana auténtica y libre de manipulación política.
Estas demandas se han replicado en hilos informativos, infografías y videos cortos, donde miles de usuarios se han sumado al llamado. La rápida organización ha sido interpretada por especialistas como una señal del papel creciente que la Generación Z está tomando en la vida pública del país.
La marcha del 15 de noviembre
La primera movilización del movimiento, realizada el 15 de noviembre, inició de forma pacífica, pero derivó en episodios de tensión frente a Palacio Nacional. Un grupo de encapuchados derribó vallas de seguridad y se enfrentó con elementos policiales, generando un saldo significativo:
- Más de 100 policías lesionados, según reportes oficiales.
- Civiles heridos, de acuerdo con medios internacionales.
- Al menos 40 personas detenidas.
Los organizadores se deslindaron inmediatamente de los actos violentos y recalcaron que dichos grupos “no representan al movimiento”. Afirmaron que la intención era demostrar fuerza ciudadana, no promover daños o agresiones, y llamaron a no permitir que provocadores opaquen sus demandas.
La polarización tras los hechos dividió la conversación pública. Mientras algunos sectores respaldaron la indignación juvenil, otros cuestionaron la falta de control en la movilización. Aun así, la convocatoria del 20 de noviembre continuó creciendo.
Lo que se sabe sobre la segunda marcha
Aunque los organizadores aún no han confirmado una ruta oficial, usuarios en redes especulan que la movilización podría replicar el recorrido anterior: iniciar en el Ángel de la Independencia y avanzar hacia el Zócalo capitalino.
El llamado mantiene los mismos principios que guiaron la primera jornada:
- Marcha pacífica
- Movimiento apartidista
- Participación abierta a toda la ciudadanía
- Enfoque en seguridad, justicia y participación real
La fecha no es casual: el 20 de noviembre coincide con el aniversario de la Revolución Mexicana, un día tradicionalmente cargado de actividad cívica y presencia social en las calles de la capital.
Autoridades de tránsito anticipan afectaciones viales en Paseo de la Reforma y el Centro Histórico, donde suele concentrarse la actividad de grandes marchas. También se espera:
- Instalación de vallas de seguridad en edificios federales.
- Mayor presencia de organismos de derechos humanos.
- Refuerzo del operativo policial para evitar confrontaciones.
- Una participación posiblemente mayor que la del 15 de noviembre, dada la visibilidad que ganó la primera movilización.
La Generación Z se prepara así para volver a las calles con la consigna de que “México no se rinde”, mientras el país sigue de cerca la evolución del movimiento y su impacto político y social, especialmente ante el creciente descontento contra la violencia y la percepción de impunidad en distintos estados.
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