Un acto simbólico por la paz

En el marco del Día Internacional de la Paz, un grupo de 40 personas privadas de la libertad en el penal estatal Venustiano Carranza de Tepic, Nayarit, participó en una caminata que tuvo como propósito enviar un mensaje de reconciliación y esperanza.

Los internos portaban globos blancos de helio y vestían camisas blancas, colores asociados con la paz y la unidad. El recorrido concluyó con la formación de la figura de un lazo, símbolo universal de armonía y solidaridad.

Mensajes de reflexión y compromiso

Durante la actividad, denominada “Caminata por la Paz”, se pronunciaron mensajes que subrayaron la importancia de dejar atrás la violencia y fomentar la convivencia pacífica dentro del centro penitenciario.

Los participantes expresaron su compromiso tanto personal como colectivo de construir un entorno más respetuoso y seguro, donde prevalezca la no violencia como principio fundamental para la reinserción social.

Organización e instituciones involucradas

La caminata fue organizada por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana de Nayarit, a través de la Dirección General de Prevención y Reinserción Social.

El objetivo principal de la jornada fue promover la reflexión sobre la relevancia de la armonía y el respeto en la vida comunitaria de los internos, elementos clave para facilitar su reintegración a la sociedad.

La paz como herramienta de reinserción

Este tipo de actividades buscan fortalecer la cultura de paz dentro de los penales, mostrando que las personas privadas de la libertad también pueden participar en acciones positivas que contribuyen a su desarrollo personal y a la construcción de un ambiente más sano y colaborativo.

Expertos en reinserción social destacan que iniciativas como esta tienen un impacto positivo, ya que generan un sentido de colectividad y corresponsabilidad, valores necesarios para la convivencia tanto dentro como fuera del centro penitenciario.

La “Caminata por la Paz” en Tepic no solo representó un acto simbólico dentro de un penal, sino también un recordatorio de que la paz comienza en cada individuo y puede florecer incluso en los espacios más complejos.

Al promover estos ejercicios de reflexión y unidad, las instituciones refuerzan el camino hacia una verdadera reinserción social, basada en el respeto, la armonía y la esperanza de una vida libre de violencia.