Cientos de personas se manifestaron en la colonia Condesa contra la gentrificación, pero la protesta escaló a actos de vandalismo y consignas xenófobas. Lo que comenzó como un reclamo por el derecho a la vivienda terminó en una explosión de tensión social que sacude a la Ciudad de México.
La Ciudad de México fue testigo de la primera gran manifestación callejera en contra del fenómeno de la gentrificación, un evento que evidenció la profunda fractura social que vive la capital. Cientos de personas, convocadas por diversos colectivos, se reunieron en el emblemático Parque México de la colonia Condesa para alzar la voz contra el encarecimiento de la vivienda y el desplazamiento de los residentes locales.
Sin embargo, la concentración pacífica pronto fue opacada por la violencia. Un grupo de manifestantes, identificados como parte del llamado «bloque negro», comenzó a vandalizar comercios, edificios y mobiliario urbano en una de las zonas más cosmopolitas de la ciudad.
Del Reclamo Legítimo a la Consigna Xenófoba
El núcleo del descontento es un problema real y palpable para miles de capitalinos. Los manifestantes denuncian que la llegada masiva de extranjeros, especialmente «nómadas digitales» con alto poder adquisitivo, ha disparado los precios de las rentas a niveles impagables. Se estima que este fenómeno ha provocado el desplazamiento de cerca de 400,000 familias hacia las periferias de la ciudad, alterando el tejido social de colonias como la Roma, Condesa, Del Valle y Santa María la Ribera.
Lo que preocupa es la forma en que este legítimo reclamo se ha canalizado. Durante la marcha, se escucharon consignas como «¡Gringos, go home!» («¡Gringos, váyanse a casa!»), y los manifestantes quemaron una piñata que representaba a una figura extranjera, dejando al descubierto un preocupante componente de xenofobia.
La Erupción de un Conflicto Anunciado
La violencia de este viernes no es un hecho aislado, sino la erupción de una tensión que ha venido creciendo durante años, alimentada por debates en redes sociales y una creciente sensación de impotencia entre los residentes locales. La pandemia de COVID-19 aceleró la llegada de trabajadores remotos de otros países, llevando la crisis de vivienda a un punto de ebullición.
«El pulpo de la gentrificación tiene muchos tentáculos que tienen nocivas violaciones a los derechos territoriales, derechos humanos e incluso derechos ambientales». – Ana Aparicio, Colectivos Claudia Cortés.
La protesta marca un antes y un después. El discurso que habitaba el espacio digital ha saltado a las calles con consecuencias físicas y tangibles. La Ciudad de México se enfrenta ahora a un dilema complejo: cómo atender la genuina angustia de quienes son expulsados de sus barrios sin tolerar la violencia y la xenofobia como forma de protesta. El debate está abierto y la polarización, en su punto más álgido.


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