Un llamado urgente ante la inseguridad
Estudiantes de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) alzaron la voz para exigir mayor seguridad dentro y fuera de sus campus, así como el cese del acoso, la violencia y la impunidad que aseguran viven a diario. Las manifestaciones surgieron tras el intento de secuestro de una alumna de la Facultad de Deportes, un hecho que encendió la indignación en la comunidad universitaria y puso en evidencia las carencias en materia de protección estudiantil.
Además del suceso, los jóvenes denunciaron el aumento de robos, daños a vehículos y el acceso libre al campus por parte de personas ajenas a la universidad, lo que incrementa el temor y la sensación de vulnerabilidad entre los estudiantes.
“Cimarronas con Glitter”: voces femeninas contra la impunidad
Una colectiva de mujeres universitarias denominada “Cimarronas con Glitter” se ha posicionado como uno de los principales grupos impulsores del movimiento. En su pronunciamiento público, advirtieron que la UABC atraviesa una crisis de violencia e impunidad que debe ser atendida de inmediato por las autoridades universitarias, el Gobierno del Estado y el Ayuntamiento.
El grupo exigió la implementación de acciones concretas y urgentes que garanticen la seguridad de toda la comunidad universitaria. Entre las peticiones más destacadas se encuentran la creación de protocolos de atención inmediata a casos de acoso, amenazas o violencia; el mejoramiento del alumbrado público en zonas inseguras; y la instalación de espacios seguros para denunciar sin miedo a represalias.
“Callar nos hizo vulnerables y gritar juntos nos hace invencibles”, afirmaron en su convocatoria, donde llamaron a los estudiantes a unirse con carteles, pañuelos y esperanza para exigir una universidad libre de miedo.
“Queremos vivir seguros y libres”
El movimiento estudiantil convocó a toda la comunidad a reunirse el lunes 6 de octubre en la explanada central, bajo la consigna de “querernos vivos, seguros y libres en la universidad”. Con esta acción buscan visibilizar la urgencia de transformar los campus en espacios donde estudiar no signifique exponerse a riesgos.
Los alumnos subrayan que sus demandas no son solo reacciones momentáneas, sino parte de un proceso de organización colectiva ante la falta de respuesta institucional. “Si no nos cuidan, nos organizamos; si no nos escuchan, gritamos; y si no nos garantizan seguridad, no dejaremos de luchar”, enfatizaron en su pronunciamiento.
Respuesta del Gobierno de Baja California
Ante el creciente reclamo, el Gobierno del Estado de Baja California anunció nuevas medidas de seguridad en los campus universitarios. Estas acciones incluyen mayor presencia policial, patrullajes constantes en los alrededores y la coordinación directa con las autoridades de la UABC para atender de manera inmediata cualquier situación que ponga en riesgo a los estudiantes.
Aunque estas medidas fueron recibidas con cautela, los estudiantes y colectivos insisten en que la solución no puede limitarse a operativos temporales. Plantean la necesidad de estrategias permanentes de prevención, capacitación en perspectiva de género y protocolos de actuación claros ante emergencias.
Una lucha que trasciende los muros universitarios
El caso de la UABC refleja una problemática común en diversas instituciones del país, donde los casos de acoso, agresiones y falta de vigilancia se combinan con la ausencia de respuestas efectivas. Para muchos, esta movilización es una oportunidad para replantear el rol de las universidades como espacios seguros y formadores de ciudadanía.
Expertos en educación y seguridad coinciden en que la participación activa de los estudiantes es clave para presionar a las autoridades y promover políticas duraderas que protejan la integridad de quienes estudian y trabajan en los campus.
Las protestas en la UABC marcan un punto de inflexión en la relación entre estudiantes y autoridades. La comunidad universitaria ha decidido no permanecer en silencio ante la violencia y exigir seguridad real, justicia y respeto. Si bien el Gobierno estatal ha comenzado a responder con medidas concretas, los jóvenes reclaman acciones sostenidas y efectivas, que no dependan de la coyuntura, sino de una política de protección integral.
Lo que comenzó como un grito de indignación hoy se convierte en un movimiento por la dignidad y el derecho a estudiar sin miedo, un recordatorio de que la seguridad no es un privilegio, sino un derecho que toda universidad debe garantizar.


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