En el tablero del poder global, suelen ser las grandes potencias quienes mueven las piezas principales. Sin embargo, México ha demostrado que incluso las potencias medias pueden tener un impacto significativo, si cuentan con visión estratégica y determinación. Desde el papel de Eduardo Suárez en la creación del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) en 1944, hasta la trascendencia del Tratado de Tlatelolco, México ha dejado huella en el orden mundial.
A lo largo de la historia, nuestro país ha sido un jugador clave en procesos que definen el multilateralismo, aportando propuestas innovadoras que benefician a regiones más allá de nuestras fronteras. ¿Cómo logramos eso? A través de diplomacia, conocimiento técnico y la capacidad de articular soluciones a problemas globales.
Claves para destacar en el orden mundial
No basta con estar en la mesa de negociaciones. Para influir realmente, es necesario cumplir con al menos tres condiciones clave:
- Propuestas relevantes y bien fundamentadas
Toda idea que aspire a ser aceptada en un foro internacional debe abordar un problema común, respaldada por datos sólidos y una comprensión profunda del contexto. En 1968, México logró esto con el Tratado de Tlatelolco, marcando un precedente global en la desnuclearización regional. - Capacidad de generar consensos
Convencer a múltiples actores requiere habilidad política, credibilidad y prestigio. El embajador Alfonso García Robles, galardonado con el Premio Nobel de la Paz, ejemplifica cómo una combinación de diplomacia y argumentos sólidos puede alinear intereses divergentes en organismos internacionales. - Viabilidad operativa
Las propuestas deben ser prácticas y ejecutables. Sin un plan claro para su implementación, difícilmente se logrará apoyo sostenido, incluso si la idea inicial es atractiva.
El reto actual: participación efectiva
La reciente participación de la presidenta Claudia Sheinbaum en el G-20 plantea preguntas importantes sobre la estrategia de México en foros internacionales. Aunque estar presente en estos espacios es crucial, las propuestas y discursos deben centrarse en problemas globales y no solo en temas nacionales.
El multilateralismo requiere preparación, articulación y compromiso. Si los discursos carecen de relevancia para el colectivo, los resultados serán apenas anecdóticos. Por eso, la reacción —o la falta de ella— de los otros participantes es un termómetro fiable del impacto real de una intervención.
México como potencia media: una oportunidad en construcción
México tiene el potencial para influir en el diseño del orden mundial. Su historial en el multilateralismo, combinado con su posición estratégica como país de ingresos medios con fuertes vínculos con América Latina y el Norte Global, lo posiciona como un actor relevante. Sin embargo, esto no sucede automáticamente.
La clave está en invertir recursos y tiempo en fortalecer la preparación técnica y diplomática de los representantes nacionales. Esto incluye la formación de cuadros especializados, la continuidad en políticas exteriores bien diseñadas y la generación de propuestas innovadoras que se alineen con los intereses globales.
Conclusión: México en el camino hacia el liderazgo global
El futuro de México en el escenario global depende de nuestra capacidad para aprender del pasado y adaptarnos al presente. Las experiencias de éxito en organismos internacionales nos muestran que, incluso sin ser una superpotencia, podemos marcar la diferencia.
El reto está en consolidar una estrategia que no solo busque presencia, sino impacto. Para México, invertir en una diplomacia efectiva y en propuestas viables no es solo una cuestión de prestigio, sino una necesidad estratégica para su desarrollo y el de las generaciones futuras.
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