El incendio Bear Gulch, que arrasaba más de 3,600 hectáreas en Washington, necesitaba de todas las manos posibles. Entre quienes luchaban contra el fuego, se encontraban bomberos mexicanos contratados como refuerzo, que, sin importar fronteras, se sumaron al combate.
Sin embargo, lo que debía ser una misión solidaria terminó en una escena de deportación. Agentes migratorios estadounidenses interrumpieron las labores, alinearon a 44 trabajadores y comenzaron a revisar documentos. Dos de ellos, mexicanos, fueron expulsados.
“Arriesgamos la vida para salvar a la comunidad. Y así es como nos tratan”, dijo uno de los afectados al The Seattle Times.
Una política que no distingue entre fuego y frontera
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) informó que detectaron “discrepancias” en los registros, confirmando que dos bomberos estaban en EE.UU. sin estatus regular, uno de ellos con una orden previa de deportación.
El ICE defendió la operación asegurando que “no afectó las labores contra el incendio ni puso en riesgo a la comunidad”. Sin embargo, el mensaje fue claro: en la lógica de la política migratoria endurecida desde la era Trump, incluso quienes arriesgan la vida en emergencias pueden ser deportados.
Bomberos extranjeros: héroes invisibles en EE.UU.
Cada año, cientos de trabajadores extranjeros, especialmente mexicanos, son contratados para reforzar los equipos de combate en incendios forestales de Estados Unidos. Su presencia es vital, ya que la demanda de personal supera la capacidad local.
La contradicción es evidente: mientras el país necesita esa ayuda para enfrentar el aumento de incendios debido al cambio climático, las leyes migratorias restringen y, en ocasiones, castigan a quienes ofrecen su esfuerzo.
Impacto en la cooperación México-EE.UU.
Este caso abre dudas sobre el futuro de la colaboración binacional en emergencias. México y Estados Unidos han trabajado juntos en desastres naturales, pero la deportación de bomberos puede minar la confianza en estos acuerdos.
Para las comunidades de Washington, la prioridad era controlar el incendio. Para los bomberos mexicanos, la realidad fue otra: fueron tratados como un problema migratorio en lugar de héroes.
El fuego se apaga con solidaridad y cooperación, no con fronteras. La expulsión de los bomberos mexicanos por ICE revela una paradoja: Estados Unidos necesita trabajadores extranjeros para enfrentar crisis, pero al mismo tiempo los expulsa bajo una estricta política migratoria.
El incendio Bear Gulch dejará cicatrices en los bosques de Washington, pero la herida más profunda será la de quienes arriesgaron su vida y fueron deportados.


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