“Arriesgamos la vida para salvar a la comunidad. Y así es como nos tratan”, expresó con frustración uno de los bomberos mexicanos que fueron deportados esta semana por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Washington.
Ambos combatían las intensas llamas del incendio Bear Gulch, que ya ha consumido más de 3 mil 600 hectáreas en el condado de Mason.
El operativo migratorio en plena emergencia
Según reportes de The Seattle Times, agentes federales detuvieron el miércoles a un grupo de 44 contratistas que trabajaban en la extinción del fuego. Los alinearon, revisaron sus identificaciones y prohibieron cualquier grabación de lo ocurrido.
En la verificación se detectaron dos bomberos mexicanos que se encontraban de manera irregular en el país, uno de ellos con una orden previa de deportación.
La versión oficial de ICE y CBP
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) señaló que la intervención fue solicitada por guardabosques para confirmar identidades en el registro de contratistas.
Por su parte, ICE defendió que “la operación no afectó la respuesta al incendio ni puso en riesgo a la comunidad”.
Contexto político: el eco de las políticas de Trump
La medida se enmarca en la política migratoria restrictiva que persiste en Estados Unidos y que fue reforzada durante la administración de Donald Trump.
El caso abre un debate sobre el trato que reciben trabajadores migrantes que, aun en condiciones precarias, arriesgan su vida para proteger a comunidades estadounidenses.
Impacto en la comunidad latina
La deportación de estos bomberos mexicanos ha generado indignación en sectores de la comunidad latina y organizaciones de derechos humanos, quienes denuncian la contradicción de expulsar a quienes estaban ayudando a contener un desastre natural.


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