La visita de Paul McCartney a la Ciudad de México marcó un momento único y lleno de emociones para sus fanáticos. Desde su llegada, el ex-Beatle mostró el carisma que lo ha convertido en un ícono de la música a lo largo de seis décadas. Con su distintiva cabellera gris y su inconfundible sonrisa, saludó a sus seguidores desde la ventanilla de su camioneta, sin ocultar la emoción de volver a México. Al caer la noche, el escenario se encendió y la energía de Paul contagió a los 58,000 asistentes que esperaban verlo, reviviendo una nostalgia musical que abarca varias generaciones.
“¡Qué onda, chilangos!”: Paul McCartney conquista al público mexicano
La noche comenzó con una frase que solo alguien como Paul McCartney podría transformar en un momento icónico: “¡Qué onda, chilangos!”. Con esta expresión, demostró su familiaridad con México, arrancando risas y aplausos de todos. Después de interpretar “Drive My Car”, Paul continuó sorprendiendo al público con su español: “México, muchas gracias. Esta noche voy a hablar un poquito de español. Está padre estar aquí de nuevo, padrísimo”.
Sin duda, los asistentes agradecieron el esfuerzo del legendario músico por conectar de una manera tan especial con su público. Además, su expresión “¡Fiesta!” acompañada de un enérgico baile reflejaba la complicidad y alegría que caracterizan sus conciertos.
Drones y clásicos: un espectáculo visual y auditivo
Uno de los momentos más sorprendentes de la noche fue la coreografía de drones que acompañó su interpretación de “Let ‘Em In” y “Getting Better”. Cientos de drones crearon formas espectaculares en el cielo: corazones, remolinos y flores, que reflejaban la atmósfera emotiva del concierto. Esta tecnología, sincronizada con las notas del bajo de Paul, iluminó el cielo y cautivó a cada espectador.
Paul McCartney y un tributo de amor en el piano
Sentado al piano, Paul dedicó “My Valentine” a su esposa Nancy Shevell, un momento que conmovió a sus fans. El británico no solo repasó éxitos de The Beatles, sino también interpretó “Now and Then”, el reciente sencillo lanzado en colaboración con la banda. La conexión emocional se fortaleció aún más cuando tocó clásicos como “Hey Jude”, donde el estadio entero cantó junto a él. Con cada nota, cada movimiento y cada sonrisa, Paul McCartney reafirmó por qué sigue siendo una leyenda viva de la música.
El cierre inolvidable de una noche mágica
Para culminar la noche, McCartney interpretó “The End”, marcando un cierre épico. Con su característico movimiento, se quitó el saco, invitando al público a seguir celebrando la música y la vida. La audiencia respondió con el cántico “Olé, olé, olé, olé, Sir Paul, Sir Paul”, cerrando un concierto que permanecerá en la memoria de todos los presentes.
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