Desde el «reto del clonazepam» hasta desafíos que causan lesiones, los retos virales en TikTok son un riesgo latente. Expertos de la UNAM explican por qué los adolescentes son vulnerables y qué pueden hacer los padres para protegerlos.
Son virales, parecen inofensivos y prometen reconocimiento social instantáneo. Sin embargo, detrás de muchos de los retos virales que inundan plataformas como TikTok se esconde un grave peligro para la salud física y mental de los adolescentes. Ante el aumento de casos de intoxicaciones y lesiones, instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Policía Cibernética han emitido alertas, desvelando la compleja psicología que impulsa a los jóvenes a participar en estas peligrosas tendencias.
Según datos citados por la UNAM, se han registrado al menos 48 a 50 muertes y cientos de casos de daños irreversibles a nivel mundial asociados directamente con estos desafíos virales, una cifra que enciende las alarmas sobre un problema de salud pública creciente.
La psicología del riesgo: ¿Por qué lo hacen?
Contrario a lo que podría pensarse, no se trata simplemente de una «falta de sentido común». Expertos en psicología y neurociencia señalan que el cerebro adolescente está biológicamente predispuesto a este tipo de conductas.
«La corteza prefrontal, encargada del pensamiento racional, se desarrolla totalmente hasta los 25 años. Por eso son más impulsivos y no miden las consecuencias de sus actos», explican especialistas citados en reportes de la UNAM.
Esta inmadurez cerebral se combina con una serie de factores psicológicos y sociales que hacen de las redes sociales un caldo de cultivo perfecto para los retos peligrosos:
* Necesidad de aceptación social: En la adolescencia, la pertenencia a un grupo es fundamental. Participar en un reto viral es una forma rápida de obtener validación, «likes» y sentirse parte de una tendencia global. La presión social es un motor poderoso.
* La dopamina de la viralidad: Cada vista, «me gusta» o comentario genera una pequeña descarga de dopamina en el cerebro, el neurotransmisor del placer y la recompensa. Esto crea un ciclo de búsqueda de atención que puede volverse adictivo.
* Percepción de invulnerabilidad: Los adolescentes a menudo subestiman el peligro real. En entrevistas con jóvenes que han participado en retos, muchos los catalogan como «no peligrosos», viendo las posibles lesiones como algo improbable o incluso como motivo de burla.
* Emoción y competencia: El desafío de poner a prueba sus propias habilidades y competir con otros genera una fuerte sensación de emoción que puede anular el juicio racional.
De la canela al clonazepam: Retos que han causado daño
La lista de retos peligrosos es larga y cambia constantemente. Algunos de los más notorios que han circulado en México y el mundo incluyen:
* El reto del clonazepam: Consiste en consumir este medicamento controlado y ver quién tarda más en dormirse. Ha provocado decenas de intoxicaciones en escuelas de México.
* El reto del rompecráneos: Dos personas hacen tropezar a una tercera, provocando caídas que pueden causar conmociones cerebrales y lesiones graves.
* El reto de la canela: Intentar tragar una cucharada de canela en polvo, lo que puede provocar asfixia, ahogamiento e inflamación pulmonar.
* El reto del desmayo (Choking Game): Inducir una asfixia para experimentar una sensación de euforia, una práctica que ha resultado mortal en múltiples casos.
¿Qué pueden hacer los padres y tutores?
Los expertos coinciden en que la prohibición no es la solución. En su lugar, recomiendan una estrategia de comunicación y supervisión activa. El Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) ofrece las siguientes pautas :
* Crear un clima de confianza: Fomentar un diálogo abierto sobre su vida digital, sin juzgar ni censurar. El objetivo es que acudan a los adultos si se sienten presionados o en peligro.
* Conocer su mundo digital: Saber a quiénes siguen y qué tipo de contenido consumen. Esto permite anticipar riesgos y orientarlos.
* Hablar sobre los peligros: Explicar de forma clara y directa los riesgos reales de estos retos, usando noticias y casos verídicos como ejemplo.
* Establecer límites de tiempo: Regular el uso de dispositivos para evitar la sobreexposición y la adicción.
* Utilizar herramientas de control parental: Configurar filtros de contenido y supervisión en las aplicaciones y dispositivos.
La clave no es demonizar la tecnología, sino educar para un uso crítico y responsable, equipando a los adolescentes con las herramientas para navegar el complejo mundo digital de forma segura.


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