La pérdida de un hijo es un dolor que nunca desaparece. Para Maribel Guardia, ese dolor ha sido además amplificado por los rumores y las declaraciones que han surgido tras la muerte de su hijo, Julián Figueroa. En recientes entrevistas, la actriz decidió enfrentar públicamente los dichos de su ex nuera, Imelda Tuñón, quien aseguró que Julián vivió episodios preocupantes días antes de morir.
Imelda relató supuestas alucinaciones visuales, pérdida de memoria inmediata y una visible alteración en el comportamiento del cantante. “Veía serpientes, se le olvidaban las cosas”, afirmó. También señaló que Figueroa recibía tratamiento psiquiátrico y estaba “muy empastillado”. La insinuación fue clara: la salud mental de Julián pudo haber influido en su fallecimiento.
Pero Maribel, cansada del silencio, decidió responder.
“Me duele que él no esté para defenderse”: la postura de Guardia
Con la voz entrecortada, Maribel Guardia expresó su molestia ante los comentarios de Tuñón: “Me duele que él no está para defenderse porque varios comentarios no son como fueron. Eso que ella cuenta… yo no estaba en la casa, ella estaba sola”.
Guardia explicó que el día de la muerte de su hijo no se encontraba en el domicilio, al igual que su esposo y su sobrina. Recalcó que Julián estaba recibiendo ayuda psicológica desde hacía años, en un proceso largo y doloroso relacionado con sus adicciones. “En esas clínicas, claro que hay psiquiatras y psicólogos. Es parte del proceso”.
Sin embargo, desmintió por completo que su hijo muriera en un estado de desorientación o crisis. “Mi niño murió del corazón. Estaba en paz, con los ojos cerrados, con la pierna cruzada. No olía mal, estaba tranquilo”, afirmó, poniendo fin a las especulaciones sobre una muerte convulsa o errática.
La defensa de una madre y el llamado a cuidar lo que queda
Más allá de aclarar los hechos, Guardia hizo un llamado profundo: proteger a quien sigue aquí, el hijo que Julián tuvo con Imelda. “Lo importante es que José Julián esté bien”, recalcó. Aunque expresó su deseo de verlo, también admitió que prefiere que el niño no sufra al reencontrarse. “No iría a un cubículo donde esté ansioso. Si no quiere verme, lo entendería”.
Este testimonio no solo revela el duelo de una madre, sino la lucha por conservar la dignidad de quien ya no puede hablar por sí mismo. Y, sobre todo, resalta la importancia de no usar el dolor ajeno como arma.


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