Pocos conocen el trasfondo emocional que vivió Enrique Segoviano, uno de los pilares creativos detrás de El Chavo del 8, tras su repentina salida del universo Chespirito. Detrás de cámaras, Segoviano no solo perdió su puesto como director de uno de los programas más icónicos de la televisión mexicana, también perdió a su gran amor: Florinda Meza.
La historia fue revelada por Marco Antonio Regil durante su participación en el podcast Pinky Promise, donde compartió detalles personales sobre lo que vivió el director dominicano.
“Fue muy doloroso”: el testimonio de Marco Antonio Regil
En la charla con Karla Díaz y Carlos Espejel, Regil confesó:
“Doña Florinda fue novia de Carlos Villagrán y de Enrique Segoviano… ¿Y a quién corren después? A los exnovios. Para Segoviano fue muy doloroso”.
Segoviano no solo fue parte fundamental del equipo que dio vida a personajes entrañables como el Chavo, Don Ramón y Quico. También estuvo a punto de casarse con Meza, según reveló Regil. La ruptura y su despido coincidieron, haciendo que el golpe fuera doble y devastador.
El legado olvidado del director que hizo historia
Segoviano comenzó su carrera en 1968 como asistente de producción, pero rápidamente se convirtió en un creador clave dentro de la televisión mexicana. Junto con Roberto Gómez Bolaños, ideó formatos, personajes y hasta la esencia visual de programas como Chespirito, El Chapulín Colorado y El Chavo del 8.
Regil aseguró que, aunque Chespirito era el rostro del proyecto, Segoviano era el motor que organizaba y daba forma a cada episodio.
“Fue injusto. Él cocreó los personajes y lo sacaron como si nada”, lamentó.
Del dolor al renacer profesional
Tras la amarga salida, Enrique Segoviano se reinventó en los años noventa como productor de programas de concursos, destacando por su trabajo junto a Marco Antonio Regil en 100 mexicanos dijeron y Atínale al precio.
Pese a sus logros posteriores, Regil dejó en claro que aquel capítulo marcó profundamente a Segoviano, quien enfrentó la pérdida no solo de un empleo, sino también de una relación que pensó sería para toda la vida.
Una historia de injusticia, amor y olvido
La historia de Enrique Segoviano es también un retrato de lo que ocurre cuando la política del amor se mezcla con el mundo del espectáculo. Su caso representa a muchos talentos invisibles de la industria, que quedan fuera de escena a pesar de haber dado forma a nuestra cultura.
Y aunque hoy su nombre no resuene con la fuerza que merece, su legado sigue vivo en cada risa que provoca el Chavo, en cada frase del Chapulín, y en cada historia que nos recuerda que, a veces, la televisión también puede romper el corazón.
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