Hablar de Star Wars es hablar de una galaxia lejana que sigue marcando generaciones. Sus personajes, sus batallas y sobre todo sus icónicos sables láser forman parte de la cultura popular. Y, entre todos, el de Darth Vader ocupa un lugar especial. Esta semana, su arma original volvió a brillar, pero no en la pantalla, sino en una subasta que quedará para la historia.
Una pieza única de la trilogía original
El sable láser utilizado por David Prowse y sus dobles en El Imperio Contraataca y El Retorno del Jedi fue subastado en Los Ángeles por la casa Propstore. La cifra final: 3.654.000 dólares, incluyendo la prima de subasta.
Se trata del precio más alto jamás alcanzado por un objeto relacionado con la franquicia creada por George Lucas. Para los coleccionistas, es un auténtico “Santo Grial” de la memorabilia cinematográfica.
De las pantallas a las vitrinas millonarias
El entusiasmo por este sable no es casualidad. Los sables láser originales de la trilogía son extremadamente escasos. Muchos se perdieron o fueron modificados durante las grabaciones. Tener uno en perfecto estado es como poseer un fragmento de historia del cine.
Propstore ya había marcado hitos en años anteriores, vendiendo una maqueta de un caza Ala-X por más de 2.3 millones de dólares. Pero la venta del arma de Darth Vader superó todas las expectativas, dejando claro que el fenómeno galáctico sigue más vivo que nunca.
No fue la única joya en la subasta
Aunque el sable de Vader fue la estrella, también se ofrecieron otras reliquias. Entre ellas, el sable utilizado por Hayden Christensen como Anakin Skywalker, adquirido por 126.000 dólares. Cada una de estas piezas confirma que el coleccionismo de Star Wars sigue creciendo con fuerza.
El poder de la nostalgia y la cultura pop
Más allá del precio, este tipo de subastas demuestran el valor cultural que Star Wars ha construido en casi cinco décadas. El sable de Vader no es solo un accesorio de utilería: es un símbolo del cine, de la lucha entre el bien y el mal, y de la permanencia de una saga que no deja de renovarse.
Para los fanáticos, cada objeto es una forma de mantener viva la magia. Para los coleccionistas, es una inversión que une nostalgia y exclusividad. Y para la cultura pop, es la prueba de que las historias épicas nunca mueren.
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