A veces la ciencia ficción no predice el futuro con máquinas voladoras, sino con comportamientos humanos. En 1989, Regreso al futuro 2 nos llevó a un 2015 lleno de aeropatines, autos sin gasolina y zapatillas que se abrochan solas. Pero su predicción más inquietante no tuvo que ver con la tecnología, sino con el poder.
En esa segunda parte, Marty McFly vuelve a un 1985 alternativo donde su enemigo del instituto, Biff Tannen, se ha convertido en un millonario despiadado que domina la ciudad desde un rascacielos con su nombre. Las calles son peligrosas, los pobres viven bajo la sombra de su casino y la corrupción es ley. Lo que parecía una caricatura ochentera del éxito se transformó, con el tiempo, en una advertencia profética.
El villano inspirado en Donald Trump
Décadas más tarde, el guionista Bob Gale reveló lo que muchos sospechaban: Biff fue inspirado directamente en Donald Trump, por entonces un magnate inmobiliario omnipresente en los medios. Su peinado, su actitud narcisista, su fortuna y su visión de la grandeza personal eran un espejo de aquel Trump de los ochenta, que ya aparecía en cameos y portadas de revistas.
Cuando los fans volvieron a ver la película años después, durante la presidencia de Trump, las coincidencias se volvieron escalofriantes. En la oficina de Biff, un retrato gigante muestra al personaje en pose triunfal, una imagen casi idéntica a las fotografías que luego retratarían al expresidente en sus propiedades.
Gale explicó que “queríamos que Biff fuera el tipo de persona que se cree por encima de todo. Y Trump era exactamente eso”.
Un futuro alternativo que se volvió real
El director Robert Zemeckis reconoció en entrevistas posteriores que nunca imaginaron que esa figura llegaría tan lejos:
“No fuimos tan audaces como para sugerir que Biff podría ser presidente. Nadie lo habría creído”.
Pero la historia terminó superando a la ficción. Años después, la realidad pareció replicar la distopía de Hill Valley: un líder carismático, una sociedad polarizada y una cultura mediática obsesionada con el poder. La película, que alguna vez fue una comedia de aventuras, ahora se percibe como una crítica atemporal al culto al ego y la ambición desmedida.
La advertencia detrás del humor
Más allá del guiño a Trump, Regreso al futuro 2 habló sobre los peligros de alterar el pasado y de cómo una sola decisión puede cambiar el rumbo de toda una sociedad. En el universo alterno de la cinta, el enriquecimiento rápido de Biff transforma la ciudad en un reflejo de codicia y caos.
Hoy, esa historia resuena con nuevas capas de significado. Su humor y estética ochentera esconden una lección que sigue vigente: el verdadero futuro distópico no lo crean las máquinas, sino las personas que confunden el poder con el éxito.
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