jueves, diciembre 11, 2025

Bad Bunny en el Estadio GNP: la catedral mundial del perreo

Bad Bunny en el Estadio GNP se convirtió en un fenómeno que rebasó cualquier expectativa. Desde que las primeras luces encendieron el cielo de la Ciudad de México, la atmósfera se transformó en un ritual colectivo donde la música, la energía y el perreo se fusionaron sin pausa. La Mudanza detonó el arranque y el público respondió con un estallido de gritos, sudor y movimiento que hizo vibrar cada rincón del recinto.

Miles de cuerpos se sincronizaron de manera casi hipnótica. Entre el vapor cálido, destellos que rebotaban en el aire y un mar interminable de caderas, se dio inicio al primero de ocho conciertos que el Conejo Malo ofrecería en el Estadio GNP Seguros como parte de su gira Debí Tirar Más Fotos. Era apenas el comienzo de un evento que se sentiría más como una celebración cultural que como un espectáculo tradicional.

Bad Bunny en el Estadio GNP y el inicio del ritual del perreo

El primer acto de Bad Bunny fue un viaje desenfrenado. El público coreó Pitorro de coco, Weltita, Turista, Baile inolvidable y Nuevayol con una intensidad que no daba tregua. Entre canción y canción, el personaje del Sapo Concho irrumpía como interludio, arrancando carcajadas y gritos. La sensación de cercanía con el artista se volvió evidente desde los primeros minutos; nadie quería perder un solo instante.

“Yo no escucho reguetón, pero hoy me vale”, dijo Mariela, de 56 años, con brillantina en las mejillas mientras levantaba las manos. El ambiente era tan eléctrico que incluso quienes no eran fans habituales se abandonaban al ritmo. Ese es el efecto que provoca Bad Bunny en el Estadio GNP: un magnetismo que convierte a cualquiera en partícipe del ritual.

La segunda parte del espectáculo de Bad Bunny presentó La Casita, uno de los elementos visuales más comentados. Ubicada en la zona General B, esta réplica de una casa del campo puertorriqueño evocó la esencia del Caribe de manera tan orgánica que el escenario se convirtió en un puente emocional. Inspirada en una vivienda real de Humacao, su diseño de 12.8 metros por lado y 3.66 metros de altura creó un ambiente íntimo en medio del caos sonoro.

Quienes intentaban capturar una fotografía del momento enfrentaron una travesía desafiante, desplazándose entre la multitud para no perder ningún detalle. El esfuerzo valía la pena: el recorrido musical abarcó géneros que iban del reguetón clásico a la salsa, pasando por fusiones inesperadas que conectaron con cada generación presente.

Con temas como Veldá, Tití me preguntó, Neverita, Si veo a tu mamá en versión techno y Voy a llevarte pa’ PR, los asistentes más jóvenes vivieron una catarsis que parecía escrita para ellos. Muchos cantaban con los ojos cerrados, otros levantaban pancartas, pero todos se sumergían en una experiencia que rozaba lo sensorial.

Después se unieron Me porto bonito, Bichiyal, Yo perreo sola, Efecto, Safaera, Diles, Mónaco, Te deseo lo mejor, Café con ron y Ábreme paso. Cada canción detonaba un nuevo estallido. El Estadio GNP Seguros era un organismo vivo, pulsante, que respondía al ritmo del cantante.

El impacto económico y cultural de Bad Bunny en el Estadio GNP

La tercera parte del concierto de Bad Bunnyregresó al escenario principal con un interludio cargado de nostalgia y adrenalina. Sonaron Ojitos lindos, La canción, Kloufrens, Bokete, Dákiti, Tarot, No me conoce, Cómo se siente remix, El apagón, DtMF y Eoo, en un cierre que dejó exhaustos, pero profundamente satisfechos, a los más de 60 mil asistentes.

“No sé si realmente viajé a Puerto Rico… pero salí diferente”, comentó una joven, recogiendo su cabello empapado después de horas de baile. Esa sensación de transformación, de inmersión total, era compartida por gran parte del público. Bad Bunny en el Estadio GNP no era un concierto: era un viaje emocional.

La experiencia comenzó mucho antes del show. Desde temprano, miles de fans rodearon el recinto con hieleras, botas plateadas, uñas de neón, bandanas boricuas y pancartas llenas de brillo. Algunos viajaron desde estados lejanos, otros acamparon hasta 72 horas para asegurar un buen lugar. Las historias se entrelazaban en un mosaico de emociones y sacrificios.

“Vine desde Tijuana, gasté como 40 mil pesos, pero tenía que verlo. Él es mi soundtrack vital”, dijo Danna, de 20 años. Felipe, desde Chiapas, afirmaba entre risas y jadeos: “Esto es otra dimensión”.

El impacto económico de Bad Bunny también fue monumental. La Cámara Nacional de Comercio estimó que los ocho conciertos generarán 3 mil 228 millones de pesos, beneficiando a hoteles, comercios y servicios en la zona. Con una ocupación hotelera proyectada del 90%, la presencia del artista definió uno de los momentos más rentables del año.

La logística del evento generó polémica cuando Ocesa informó sobre ajustes en el Estadio GNP: primero la colocación de La Casita y luego la habilitación de Los Vecinos detrás del escenario principal. Algunos criticaron la visibilidad, otros aplaudieron la intención de diversificar la experiencia. La promotora incluso ofreció reembolsos para quienes quisieran evitar la reubicación.

Aun con esos detalles, la esencia del concierto se mantuvo intacta: un despliegue emocional, musical y visual que consolidó a Bad Bunny en el Estadio GNP como uno de los actos más potentes del año. Su presencia no solo llenó el recinto, sino que creó un impacto cultural que seguirá resonando mucho después de que las luces se apaguen.

La gira Debí Tirar Más Fotos continuará en 2026 por países como Perú, Brasil, Australia, España, Alemania, Londres, Países Bajos, Francia y Suecia. El artista más escuchado del mundo en 2025 continúa rompiendo barreras, cruzando fronteras y reinventando los espectáculos masivos.

Al final de la noche, entre un mar de luces que parecían luciérnagas y voces agotadas por cantar sin parar, quedó claro que Bad Bunny en el Estadio GNP no solo ofreció un concierto: elevó el perreo a un ritual global.

Caro Ira
Caro Ira
Caro Ira es una destacada colaboradora en medios digitales, aportando su conocimiento y experiencia en deportes, tecnología y entretenimiento. Su habilidad para crear narrativa cautivadora para audiencias digitales garantiza contenido relevante y atractivo. Su experiencia en estos nichos específicos refuerza la autoridad y fiabilidad de nuestros artículos en estas áreas.
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