Suspensión del programa de Jimmy Kimmel en ABC
ABC anunció que el programa de variedades de Jimmy Kimmel será suspendido “indefinidamente”, luego de que el presentador criticara que sectores de la derecha intentan explotar políticamente el asesinato del activista conservador Charlie Kirk. La decisión se produce en medio de un ambiente polarizado en Estados Unidos, donde los medios y las figuras políticas se enfrentan constantemente por temas de opinión y libertad de expresión.
Polémica tras comentarios de Kimmel
El comentario de Kimmel en su programa del lunes encendió la polémica. El presentador acusó al movimiento MAGA de intentar manipular la narrativa sobre el homicidio de Kirk, ocurrido el 10 de septiembre en una universidad de Utah. La reacción no se hizo esperar: el presidente Donald Trump celebró la suspensión y calificó el programa como carente de talento, mientras que Nexstar, controladora de los canales afiliados a ABC, consideró el monólogo “ofensivo e insensible”.
Reacción de autoridades y medios
Brendan Carr, director de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), calificó los comentarios de Kimmel como “enfermizos” e insinuó posibles acciones legales. La FCC recordó que las cadenas cuentan con licencias que implican operar en interés público, lo que añade presión sobre la programación televisiva. Este episodio se suma a la demanda de Trump contra el New York Times por 15 mil millones de dólares, acusando al diario de favorecer a la izquierda radical.
Impacto en la televisión nocturna estadounidense
Con la suspensión de Kimmel, solo quedan dos programas nocturnos de gran audiencia: Jimmy Fallon y Seth Meyers. La decisión se suma al anuncio previo de CBS sobre la salida del aire del programa de Stephen Colbert, tras críticas al acuerdo entre Trump y Paramount. Estas decisiones reflejan un cambio en el panorama de la comedia política en televisión, donde las controversias y la polarización influyen en la continuidad de los programas.
Contexto de polarización y libertad de expresión
La suspensión del programa llega en un contexto de creciente polarización política en Estados Unidos. Los presentadores de programas nocturnos enfrentan un equilibrio delicado entre sátira política y posibles repercusiones legales o regulatorias. La combinación de críticas presidenciales, presiones de las cadenas y escrutinio de la FCC evidencia el desafío de mantener la libertad de expresión en un entorno mediático altamente politizado.


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