La energía limpia en Europa acaba de firmar su capítulo más brillante… y también el más inquietante. Durante las pasadas fiestas navideñas, el continente vivió el periodo eléctrico más limpio de su historia reciente. Precios hundidos, generación renovable desbordada y una sensación colectiva de victoria frente a los combustibles fósiles. Sin embargo, bajo ese brindis festivo se esconde una pregunta incómoda: ¿está Europa preparada para sostener su propio éxito energético?
Mientras las luces navideñas se encendían a bajo coste en millones de hogares, los reguladores y analistas observaban otro fenómeno menos festivo. La red eléctrica europea comenzaba a mostrar señales claras de agotamiento, una advertencia silenciosa de que la batalla de la generación se ha ganado, pero la de la infraestructura apenas comienza.
Récords históricos que cambiaron el mercado eléctrico
La cuarta semana de diciembre de 2025 quedará registrada como un hito. Según datos de AleaSoft Energy Forecasting, los principales mercados eléctricos europeos cerraron con precios semanales por debajo de los 85 €/MWh. La Península Ibérica lideró este desplome, con el mercado MIBEL registrando una caída del 20%, la mayor del continente.
Este fenómeno, conocido por los analistas como el “efecto Navidad”, no fue casual. La combinación de menor demanda por el parón festivo y un empuje masivo de la generación renovable provocó una presión a la baja sin precedentes sobre los precios eléctricos.
El auge solar y eólico que impulsó la energía limpia en Europa
La producción solar fotovoltaica se disparó en toda Europa. Portugal aumentó un 48% su generación y España un 21% durante la semana del 22 de diciembre. Alemania, Italia y Francia marcaron máximos históricos de producción fotovoltaica para un día de diciembre, con Alemania alcanzando los 87 GWh el 25 de diciembre.
El viento tampoco se quedó atrás. La producción eólica creció un 80% en Italia y un 21% en España. En el caso español, la eólica ya venía mostrando fortaleza desde noviembre, cuando alcanzó una cuota del 39,7% del sistema eléctrico.
Estos datos confirman que la energía limpia en Europa no es una promesa futura, sino una realidad tangible. El problema es lo que ocurre cuando esa abundancia supera la capacidad del sistema para gestionarla.
Abundancia renovable frente a una red rígida y saturada
Aquí emerge la gran paradoja europea. Nunca se había producido tanta electricidad limpia y, sin embargo, el sistema no sabe qué hacer con ella en determinados momentos. Cuando coinciden picos de producción solar con baja demanda, la red no tiene capacidad suficiente para absorber ni almacenar el excedente.
Esto provoca hundimientos de precios no estructurales que, lejos de ser una buena noticia permanente, amenazan la rentabilidad de nuevas inversiones. A largo plazo, este desequilibrio puede frenar el despliegue renovable justo cuando más se necesita.
A ello se suma un problema fiscal persistente: en gran parte de Europa, la electricidad sigue soportando peajes e impuestos que la encarecen hasta triplicar el coste del gas para el consumidor final. Esta distorsión frena la adopción de tecnologías eficientes y ralentiza el crecimiento de la demanda eléctrica.
España, un laboratorio del riesgo de colapso
El caso español se ha convertido en un ejemplo claro de los peligros de avanzar sin reforzar la red. Por cada euro invertido en renovables, solo se destinan unos 30 céntimos a infraestructuras eléctricas. El resultado es evidente: el curtailment, es decir, la energía limpia que se desperdicia porque no puede transportarse, se ha triplicado.
Asturias representa el escenario más crítico. La red del área central está al límite técnico. No se pueden conectar nuevos proyectos de almacenamiento ni atraer industria adicional porque los cables y transformadores no soportan más carga. Para evitar apagones, el sistema se ve obligado a activar centrales de gas más caras, un sobrecoste que acaba reflejándose en el recibo.
Una cuesta de enero que apunta a 2026
El alivio navideño podría ser efímero. Los futuros de CO₂ han superado los 88 €/t, su nivel más alto desde octubre de 2024, mientras que el gas TTF sigue tensionado por el frío y unas reservas europeas por debajo del 65%.
En España, el horizonte regulatorio de 2026 añade más presión. Se prevé una subida simultánea de los peajes de transporte del 12,1% y de los cargos gubernamentales del 10,5%. Si la demanda eléctrica no crece como se espera, el riesgo de un nuevo déficit estructural vuelve a escena.
El reto de no morir de éxito energético
La Navidad de 2025 demostró que Europa puede funcionar, durante días, casi sin combustibles fósiles. Pero también evidenció que la energía limpia en Europa choca con límites físicos y regulatorios que ya no pueden ignorarse.
Sin una apuesta decidida por el almacenamiento, la modernización de las redes y una reforma profunda de los costes eléctricos, la abundancia seguirá siendo un espejismo. Europa ha ganado la batalla de la generación; ahora debe librar la más compleja: transformar su sistema para que la energía limpia no solo se produzca, sino que llegue de forma eficiente y asequible al ciudadano.
Porque el verdadero éxito de la energía limpia en Europa no se medirá en récords navideños, sino en su capacidad para sostenerse todo el año.


TE PODRÍA INTERESAR