El aire dentro de casa y del coche, una fuente inesperada de contaminación
Una investigación reciente publicada en PLOS One ha encendido las alarmas sobre un enemigo casi invisible: los microplásticos en el aire que respiramos. Según el estudio, una persona adulta podría inhalar hasta 68.000 partículas diarias de microplásticos de entre 1 y 10 micrómetros mientras permanece en espacios interiores como viviendas y vehículos. Esto significa que el peligro no proviene únicamente de ríos o océanos contaminados, sino también de los objetos cotidianos que nos rodean.
Las partes plásticas de los automóviles, como tableros, tapizados o manijas, así como la degradación de alfombras, cortinas, muebles y textiles domésticos, se han identificado como fuentes clave de estas partículas. En especial, los automóviles pueden acumular concentraciones significativamente más altas: hasta 2.238 partículas por metro cúbico, frente a las 528 detectadas en viviendas.
¿Qué tan pequeñas son estas partículas y por qué preocupan?
Para ponerlo en perspectiva, un glóbulo rojo mide entre 6,2 y 8,2 micrómetros, por lo que estas partículas plásticas son lo suficientemente pequeñas como para penetrar profundamente en los pulmones. Lo más inquietante es que pueden atravesar barreras biológicas y acumularse en tejidos vitales del cuerpo humano, como han revelado estudios previos que las han detectado en sangre, placenta, leche materna, pulmones e incluso el cerebro.
El equipo liderado por Jeroen Sonke y Nadiia Yakovenko, del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia y la Universidad de Toulouse, empleó microscopía Raman, una técnica avanzada que permite identificar partículas de hasta un micrómetro. Este nivel de precisión ha permitido multiplicar por cien las estimaciones previas sobre exposición diaria por vía respiratoria.
Posibles consecuencias para la salud a largo plazo
Aunque aún falta mucho por entender, la evidencia acumulada es preocupante. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que más de seis trillones de toneladas de plásticos contaminan el planeta, pero solo el 10 % se recicla, lo que contribuye a la constante exposición humana a micro y nanoplásticos. Y en los espacios cerrados, esta exposición se vuelve más peligrosa debido a la falta de ventilación adecuada, el calor y la fricción de los materiales.
El estudio señala que la inhalación crónica de microplásticos podría estar relacionada con:
- Problemas respiratorios
- Trastornos endocrinos
- Enfermedades cardiovasculares
- Infertilidad
- Cánceres
- Daños neurológicos y congénitos
Un estudio de 2024, citado en el informe, mostró que tener microplásticos en las arterias carótidas duplica el riesgo de infarto, ACV o muerte en los siguientes tres años. Además, el tamaño más reducido, como los nanoplásticos, podría representar un peligro aún mayor, ya que pueden penetrar directamente en células y transportar sustancias altamente tóxicas como bisfenoles, PFAS o metales pesados.
¿Qué hacer frente a esta amenaza silenciosa?
Ante esta situación, los expertos llaman a reforzar la vigilancia sanitaria, las investigaciones y el diseño de políticas públicas que regulen el uso de plásticos en ambientes cerrados. También recomiendan acciones individuales, como:
- Ventilar regularmente casas y vehículos.
- Limpiar con paños húmedos para evitar levantar partículas al aire.
- Evitar alfombras y tapizados sintéticos cuando sea posible.
- Usar purificadores de aire con filtros HEPA certificados.
Sin embargo, representantes de la industria, como Kimberly Wise White del American Chemistry Council, han pedido cautela, señalando que las muestras estudiadas son aún limitadas y que se necesitan más análisis validados antes de hacer afirmaciones concluyentes.
Una amenaza cotidiana aún poco comprendida
La investigación refuerza una preocupación creciente: los microplásticos están en todas partes, y aunque aún no se conoce el impacto exacto de su acumulación en el cuerpo humano, los efectos a largo plazo podrían ser graves. Vivimos rodeados de materiales plásticos, y la exposición inhalatoria —especialmente en interiores— es una vía de entrada subestimada pero constante.
Así, la advertencia es clara: el verdadero riesgo no siempre es visible. Y aunque no podamos ver estas diminutas partículas, nuestros pulmones sí las sienten.


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