Las industrias que más contaminan en países en desarrollo concentran uno de los mayores desafíos climáticos actuales. Desde la producción de acero hasta la fabricación de cemento, estos sectores operan a un ritmo acelerado para abastecer a mercados emergentes cuya demanda crece año tras año.
Sin embargo, su impacto ambiental ha alcanzado niveles críticos y se ha convertido en un obstáculo mayúsculo para cumplir los compromisos internacionales de reducción de emisiones. En este artículo analizamos cómo estas actividades están afectando al planeta, qué inversiones se necesitan y por qué la transformación industrial es urgente.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Agencia Internacional de Energía (AIE) han puesto la alarma sobre la mesa: las industrias que más contaminan en países en desarrollo requieren inversiones superiores al medio billón de dólares durante la próxima década para adoptar tecnologías de descarbonización.
El informe advierte que cerca del 75% de ese monto deberá destinarse directamente a mercados emergentes, que son hoy los principales productores y consumidores de acero y cemento. Estas dos actividades, pilares de la construcción y la infraestructura global, representan no solo una necesidad económica, sino también uno de los focos más potentes de CO₂.
La realidad es contundente. El acero y el cemento por sí solos suman el 40% de las emisiones globales de dióxido de carbono. Esto convierte a estos segmentos en las industrias que más contaminan en países en desarrollo, debido a que la mayor parte de su producción se sitúa precisamente en estas regiones. En números: los países emergentes concentran el 75% de la producción mundial de acero y más del 85% de la producción de cemento. Es una proporción que refleja tanto el crecimiento industrial como la dependencia de métodos tradicionales, intensivos en combustibles fósiles y energía.
Industrias que más contaminan en países en desarrollo y su impacto global
Hablar de las industrias que más contaminan en países en desarrollo implica entender la magnitud real del problema. El crecimiento de estas economías, impulsado por urbanización acelerada, proyectos de infraestructura y expansión de manufacturas, genera una demanda constante de materiales pesados. Este incremento productivo, aunque beneficioso para la economía local, ha producido un desequilibrio ambiental significativo que requiere estrategias urgentes.
El informe de la OCDE y la AIE subraya que, sin una transformación profunda, estos sectores seguirán contribuyendo al calentamiento global y al deterioro de la calidad del aire. También propone que dicha transformación debe provenir de un esfuerzo conjunto entre recursos públicos, inversión privada y financiamiento internacional. Una parte crucial de esta estrategia radica en incorporar soluciones tecnológicas de emisiones casi nulas, como hornos eléctricos avanzados, captura de carbono y uso de hidrógeno verde.
Pero estas alternativas no son baratas. Para principios de 2030, será indispensable asegurar por lo menos 2 mil millones de dólares anuales en financiamiento internacional destinado exclusivamente al desarrollo de tecnologías limpias dentro de las industrias que más contaminan en países en desarrollo. Estas inversiones no solo permitirían reducir la huella de carbono, sino que también impulsarían un crecimiento más sostenible y competitivo.
Descarbonización: el reto inmediato de las industrias que más contaminan en países en desarrollo
La descarbonización industrial ya no es un concepto futurista. Es una necesidad inmediata para las industrias que más contaminan en países en desarrollo, debido a que estas regiones no solo producen más, sino que lo hacen bajo esquemas energéticos menos eficientes. El informe menciona que la cooperación entre países desarrollados y economías emergentes es esencial, especialmente en términos de transferencia tecnológica, capacitación y financiamiento.
Las recomendaciones incluyen integrar procesos de descarbonización en programas de asistencia técnica y financiera, apoyados por fondos multilaterales enfocados en reducción de emisiones. Esto implica acompañamiento técnico, apoyo para modernizar líneas de producción y creación de incentivos para que las empresas incorporen nuevas tecnologías.
A medida que las ciudades de Asia, África y América Latina continúan expandiéndose, la demanda de acero y cemento se mantiene al alza. Esto significa que el reto no solo es reducir emisiones, sino hacerlo sin frenar el desarrollo económico ni afectar sectores esenciales como la construcción, la vivienda o la infraestructura pública. Allí radica la complejidad de transformar a las industrias que más contaminan en países en desarrollo: deben evolucionar mientras sostienen el crecimiento.
Los impactos medioambientales derivados de estas actividades no pueden pasarse por alto. Desde la generación masiva de CO₂ hasta la contaminación del aire en zonas urbanas e industriales, la producción tradicional ha contribuido a aumentar los riesgos climáticos y sanitarios. La transformación hacia energías limpias permitirá no solo cumplir objetivos climáticos, sino también mejorar la calidad de vida de millones de personas que viven cerca de plantas industriales.
La oportunidad de cambio está al alcance. Muchas compañías ya realizan pruebas piloto con hornos de bajas emisiones, estrategias de reciclaje de materiales y sustitución gradual de combustibles fósiles. Sin embargo, la velocidad del cambio debe acelerarse para evitar consecuencias irreversibles.
Invertir en innovación industrial será un factor decisivo durante las próximas décadas. Con el correcto apoyo financiero y político, los países emergentes podrían liderar una transición global hacia una manufactura más limpia. Lo que hoy los convierte en sede de las industrias que más contaminan en países en desarrollo también podría convertirlos en referentes mundiales de descarbonización si se toman las decisiones adecuadas.
Los sectores del acero y el cemento no solo representan los mayores retos, sino también las mayores oportunidades. La adopción de tecnologías emergentes, como la captura directa de carbono o el uso de combustibles sostenibles, podría reducir drásticamente su impacto ambiental. Esto transformaría toda la cadena de suministro, generando industrias más competitivas y con menor huella ecológica.
A medida que el mundo avanza hacia objetivos de emisiones netas cero, los países en desarrollo deben convertirse en actores centrales del cambio. Con políticas públicas claras, financiamiento internacional y mayor cooperación, será posible convertir a las industrias que más contaminan en países en desarrollo en motores de innovación climática. El reto es enorme, pero el costo de no actuar sería aún mayor.


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