Un reciente estudio de la Universidad de Stanford advierte que la eliminación del cambio de horario, que se realiza dos veces al año en varios países, tendría un impacto positivo en la salud de la población.
De acuerdo con la investigación, publicada en PNAS, los ajustes de reloj afectan al sistema circadiano, lo que aumenta el riesgo de enfermedades como obesidad y accidentes cerebrovasculares. Los expertos analizaron tres escenarios: mantener el horario estándar de invierno de forma permanente, establecer un horario de verano fijo o continuar con el cambio semestral.
Los resultados fueron claros: la opción menos saludable es mantener el cambio dos veces al año. En contraste, el horario estándar permanente resultó el más benéfico para el organismo, al sincronizar mejor la exposición a la luz natural.
Beneficios de mantener un horario fijo
Según los modelos matemáticos empleados en el estudio, si Estados Unidos adoptara el horario estándar de manera permanente, se evitarían anualmente unos 300 mil accidentes cerebrovasculares y 2.6 millones de casos de obesidad, lo que representa reducciones de 0.09% y 0.78% en la prevalencia nacional, respectivamente.
Con el horario de verano permanente, la mejora sería menor: 1.7 millones menos de personas con obesidad y 220 mil accidentes cerebrovasculares menos al año.
Los investigadores explican que la luz matutina ayuda a acelerar el ciclo circadiano, mientras que la nocturna lo retrasa, por lo que la exposición adecuada resulta clave para mantener el equilibrio del reloj biológico.
Aunque el estudio reconoce que factores como el clima, la geografía y los hábitos de sueño no fueron incluidos en el modelo, sus hallazgos refuerzan la discusión sobre la conveniencia de eliminar el cambio de horario, un debate abierto en Estados Unidos y Europa.
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