Astrónomos aseguraron haber captado lo que parece ser el mítico ‘Ojo de Sauron’ en el espacio profundo. Se trata del blázar PKS 1424+240, una galaxia activa situada a miles de millones de años luz, que durante más de una década desconcertó a los científicos por su brillo extremo y su aparente movimiento lento.
El hallazgo, publicado en la revista Astronomy & Astrophysics, no solo ofrece una imagen visualmente impactante, sino que también resuelve un misterio clave de la astrofísica moderna: cómo un objeto aparentemente tranquilo puede ser, en realidad, uno de los aceleradores de partículas más potentes del universo.
¿Cómo se descubrió este fenómeno?
Según explicó Yuri Kovalev, autor principal del estudio e investigador del Instituto Max Planck de Radioastronomía, la imagen fue posible gracias a 15 años de observaciones con el Very Long Baseline Array (VLBA), una red de radiotelescopios que, trabajando juntos, actúan como un telescopio del tamaño de la Tierra.
Lo que encontraron fue un campo magnético toroidal casi perfecto y un chorro de plasma apuntando directamente hacia nuestro planeta. Esa alineación provoca un efecto de amplificación relativista que multiplica el brillo por más de 30 veces, pero que al mismo tiempo hace que el chorro parezca moverse lentamente, una ilusión óptica provocada por la geometría.
“Cuando reconstruimos la imagen, se veía absolutamente impresionante… nunca habíamos visto nada igual”, comentó Kovalev.
¿Por qué es importante este descubrimiento?
El blázar PKS 1424+240 es conocido por ser una fuente brillante de rayos gamma y neutrinos cósmicos de alta energía, detectados por el Observatorio IceCube y telescopios Cherenkov en la Tierra. Estos neutrinos son partículas casi indetectables que pueden viajar distancias inimaginables sin chocar con nada, y que ayudan a estudiar los eventos más extremos del cosmos.
El coautor Jack Livingston, del mismo instituto, explicó que la estructura magnética observada podría ser esencial para acelerar protones y electrones a energías extremas, algo que conecta directamente los agujeros negros supermasivos con la producción de neutrinos de alta energía.
Programa MOJAVE
Este avance es también un triunfo para el programa MOJAVE, que desde hace décadas monitoriza chorros relativistas en galaxias activas mediante la técnica de Interferometría de Línea de Base Muy Larga (VLBI).Anton Zensus, director del MPIfR y cofundador del programa, recordó que hace años la idea de vincular chorros de agujeros negros distantes con neutrinos cósmicos “parecía ciencia ficción, pero hoy es una realidad comprobada”.
