Desde el primer paso dentro del recinto, se respiraba una energía distinta. No era solo otra edición de Art Basel Miami Beach 2025. Era la confirmación de algo más grande: que el arte futurista ya no es un concepto lejano, sino la nueva forma en que entendemos la creatividad, el mercado e incluso nuestra relación con la tecnología. Y para muchos visitantes, el primer impacto vino acompañado de risas, asombro y celulares levantados.
En el centro del Zero 10 —la nueva sección dedicada a la intersección entre arte, ciencia y cultura— un grupo de robots de cuatro patas avanzaban como criaturas curiosas. Pero no eran simples máquinas: llevaban en sus cabezas los rostros de Elon Musk, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Andy Warhol y Picasso. La obra, titulada Animales regulares – no estamos preparados para el futuro, se convirtió instantáneamente en la pieza más viral de la feria.
Cada robot incorporaba una cámara que capturaba el entorno, lo reinterpretaba con inteligencia artificial según el estilo del personaje asociado y luego “expulsaba” fotografías en tiempo real. La escena era tan absurda como crítica. Y ahí, justo en ese momento, el visitante comprendía que el arte futurista ya no busca predecir: retrata con ironía el mundo que ya habitamos.
El poder del arte futurista: tecnología, crítica y entretenimiento al mismo tiempo
La esencia de Art Basel este año fue clara: hay una urgencia por hablar del presente a través del futuro. Y en el corazón de esa tendencia apareció James Turrell con dos instalaciones lumínicas que devolvieron al público al silencio, suspendiéndolo en atmósferas radiantes y casi espirituales.
Mientras tanto, el surrealismo —ese viejo aliado de la imaginación— regresó con fuerza gracias al interés renovado por Frida Kahlo y Leonora Carrington. Las galerías presentaban obras que combinaban lo onírico con lo digital, lo clásico con lo experimental. Porque, a mitad de la feria, el mensaje volvía a ser contundente: el arte futurista no desplaza al pasado, lo dialoga.
Incluso las ventas reflejaron este choque de tiempos. El retrato de Muhammad Ali por Andy Warhol se vendió en 18 millones de dólares el primer día. Basquiat, Fontana y Lee Bontecou convivían con artistas jóvenes que experimentaban con IA, sensores, robots y ensamblajes híbridos.
Hits de la feria: desde Fontana hasta el mercado latinoamericano
Entre las obras más comentadas estuvo la serie Concetto Spaziale, Attese de Lucio Fontana. Los tajos sobre el lienzo, filosóficos y minimalistas, parecían conversar con las nuevas obras tecnológicas que también buscaban romper la realidad para insertar una dimensión alterna.
En el mercado latinoamericano, Felipe Baeza, Adriana Varejão y Manuel Brandazza hicieron sentir la fuerza creativa de la región. Pasto vendió una obra al Museo Jorge Pérez, uno de los principales impulsores del arte latino en Estados Unidos.
A nivel histórico, esta edición dejó claro que las ferias ya no son solo vitrinas de lujo: son laboratorios culturales. Un espacio donde lo performático convive con lo digital, donde la venta millonaria se mezcla con la instalación satírica y donde el espectador participa, interpreta y transforma.
El arte futurista llegó para quedarse, y Art Basel fue su escenario perfecto
Al finalizar el recorrido, una sensación recorría el ambiente: nada volverá a ser igual. El arte futurista marcó esta edición con una contundencia innegable. No fue solo espectáculo; fue reflexión, mercado, provocación y espejos de un futuro que ya dejó de ser anticipación para convertirse en presencia.
En Art Basel Miami Beach 2025, el arte futurista no solo dominó la conversación: redefinió el propósito de una feria internacional. Y todo indica que será apenas el inicio de una era donde la creatividad, la tecnología y la imaginación caminarán juntas hacia un territorio completamente nuevo… y fascinante.


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