Neurocientíficos y especialistas en salud mental coinciden en que adquirir un nuevo idioma después de los 60 años es una de las mejores formas de mantener el cerebro joven. Según un estudio de la Universidad Western Sydney, aprender otra lengua estimula la memoria, la concentración y la agilidad mental, además de prevenir enfermedades neurodegenerativas.
El ejercicio mental que implica recordar vocabulario, bloquear la lengua materna y aplicar estructuras gramaticales activa diferentes áreas cerebrales, fortaleciendo las conexiones neuronales. “Cuanto antes incorporemos nuevos hábitos, mayor impacto tendrá en la salud del cerebro”, señala la neuropsicóloga María Roca.
Un hábito que mejora la plasticidad cerebral
Instituciones como la Fundación Pasqual Maragall y la Confederación Española de Alzheimer destacan la importancia de mantener la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y crear nuevas conexiones a lo largo del tiempo. Aprender idiomas, tocar un instrumento o incluso bailar son ejemplos de actividades que estimulan este proceso natural.
De acuerdo con los especialistas, estudiar un idioma a partir de los 60 no solo retrasa el envejecimiento mental, sino que mejora el bienestar general al promover la socialización y la confianza personal. “Estamos a tiempo de hacer algo por nuestro cerebro, sin importar la edad”, concluyen los expertos.
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