Las reformas aduaneras recién publicadas en el Diario Oficial de la Federación no llegaron con estruendo mediático, pero sí con un peso estratégico que podría redefinir la manera en que México controla su comercio exterior. Claudia Sheinbaum, en uno de los movimientos más significativos de su administración en materia económica, firmó los cambios a la Ley Aduanera con la promesa de cerrar la puerta a la evasión, combatir el contrabando y frenar la subvaluación que por años ha drenado los ingresos públicos.
Esta no es una reforma fiscal, al menos no de nombre, pero sí una apuesta para aumentar la recaudación sin tocar impuestos. Y esa narrativa —la de obtener más sin cobrar más— se ha convertido en uno de los ejes retóricos más fuertes del gobierno. Aún así, detrás de esta historia hay miles de actores invisibles: agentes aduanales, empresas de comercio exterior, personal de recintos fiscalizados y autoridades que operan a diario bajo la presión del reloj y del tráfico global de mercancías.
La apuesta digital: cómo las reformas aduaneras quieren modernizar el comercio exterior
La narrativa de modernización descansa en un punto clave: la digitalización obligatoria. Los recintos fiscalizados concesionados a particulares deberán operar con sistemas electrónicos capaces de registrar inventarios, monitorear mercancías, vigilar en tiempo real y garantizar trazabilidad total. Esto significa que cada paquete, cada contenedor, cada movimiento deberá quedar registrado sin posibilidad de “zonas grises”, justo donde históricamente se han colado redes enteras de evasión y contrabando.
Además, estos sistemas deberán interoperar con los de las autoridades aduaneras, lo que promete una comunicación continua y un flujo de datos que antes estaba fragmentado. La Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones ya alista convenios para consolidar esta infraestructura técnica. Si funciona, México podría dar un salto tecnológico que coloque a sus aduanas a la altura de las más avanzadas del mundo.
A mitad del análisis, queda claro que las reformas aduaneras no son solo modificaciones legales, sino un intento de romper inercias profundas en un sistema que mueve más del 70 por ciento del PIB nacional, pero recauda apenas una fracción de su potencial.
Una reforma sin llamarse fiscal: el nuevo camino para aumentar ingresos públicos
Édgar Amador Zamora, secretario de Hacienda, lo planteó sin rodeos: si el sector externo representa casi tres cuartas partes del PIB, resulta insostenible que las aduanas aporten apenas el 25 por ciento de los ingresos públicos. La lógica de la administración es clara: antes de alzar la mano para pedir más impuestos, hay que cerrar las fugas internas que desde hace décadas debilitan el sistema recaudatorio.
Los datos respaldan esta urgencia. Hasta septiembre de 2025, la Agencia Nacional de Aduanas reportó un aumento del 17.6 por ciento en la recaudación anual, superando el billón de pesos. Esto no solo muestra la importancia económica de las aduanas, sino también el potencial que existe si se logra un control más preciso, moderno y transparente.
Las reformas también imponen corresponsabilidades más estrictas a los agentes aduanales, quienes ahora deberán garantizar el seguimiento de las operaciones en los recintos que administran. Con ello, los incentivos cambian: ya no basta con cumplir el trámite; cada movimiento tiene consecuencias.
Lo que viene: una vigilancia ampliada y un desafío para el sector privado
Si bien muchos sectores empresariales reconocen que la modernización es necesaria, también advierten que la implementación será compleja. La inversión tecnológica, la actualización de procesos, la integración de datos y la supervisión en tiempo real representan un reto financiero y operativo. Pero, al mismo tiempo, el mensaje es claro: quien no se adapte a la nueva dinámica quedará rezagado.
México, con sus aduanas estratégicamente ubicadas y un volumen comercial gigantesco, se juega mucho más que una reforma administrativa. Se juega su competitividad, su credibilidad y su capacidad de vigilar uno de los motores económicos más poderosos del país.
Reformas aduaneras como el punto de inflexión que puede definir el futuro tributario
Mientras el debate público sigue concentrado en otros temas, estas reformas aduaneras podrían marcar uno de los giros más relevantes en el diseño económico de la administración de Sheinbaum. Su aplicación determinará si México logra fortalecer sus ingresos sin recurrir a nuevos impuestos y si el país puede finalmente cerrar las brechas que han permitido prácticas ilegales durante años.
La historia apenas comienza, pero lo que es seguro es que las reformas aduaneras formarán parte del relato económico que definirá los próximos años.


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