La salida de SEV, una marca de autos de origen chino, del mercado mexicano encendió las alertas entre consumidores y especialistas del sector automotriz. Se trata del primer caso documentado de una firma china que abandona el país sin previo aviso, dejando a sus clientes sin información clara sobre garantías, servicios o respaldo posventa.
SEV estuvo en México poco tiempo
SEV llegó a México en 2022 bajo el paraguas de Grupo Solarever, una empresa con presencia en el sector de energía solar que buscaba expandirse hacia la electromovilidad. La apuesta parecía sólida: impulsar vehículos eléctricos accesibles y aprovechar la infraestructura energética del grupo. Sin embargo, el proyecto comenzó a mostrar fisuras desde sus primeros pasos.
A diferencia de otras marcas chinas que han llegado con respaldo directo de fábrica, SEV operaba como un importador, sin una estructura corporativa robusta ni producción propia en el país. Su primer modelo, el SEV E-WAN, tuvo una presencia breve en el mercado antes de ser reemplazado por un vehículo prácticamente idéntico, lo que generó confusión entre los consumidores.
Además, la marca dependía completamente de proveedores externos, tanto para refacciones como para soporte técnico. Esto dificultó la consolidación de una red de servicio eficiente y encareció los procesos de mantenimiento, incluso cuando la marca todavía operaba formalmente.
Con el paso del tiempo, los problemas se acumularon. Aunque se anunció una inversión millonaria y la posible construcción de una planta en Durango, estos planes nunca se concretaron. Paralelamente, los distribuidores comenzaron a cerrar de forma gradual, hasta que hoy no queda ninguna agencia abierta en el país.
Actualmente, ni siquiera los canales corporativos de Grupo Solarever responden, lo que confirma una salida silenciosa y desordenada del mercado mexicano.
¿Qué pasará ahora con los clientes de SEV?
La desaparición de SEV deja a sus compradores en una situación delicada. En la práctica, muchos se enfrentan a vehículos sin garantía válida, sin acceso a talleres autorizados y con serias dificultades para conseguir refacciones originales.
Otro impacto inmediato es el valor de reventa. Al no existir respaldo de marca ni certeza sobre el mantenimiento a largo plazo, los autos de SEV se deprecian aún más rápido, afectando directamente el patrimonio de los propietarios.
El problema va más allá de una sola marca. En México, los importadores pueden retirarse del negocio cuando las ventas dejan de ser rentables, sin asumir responsabilidades claras frente al consumidor. Este vacío legal deja expuestos a los compradores, especialmente en segmentos emergentes como el de los autos eléctricos.
SEV cerró en México.
Las marcas chinas en México
El caso SEV genera un efecto dominó en el mercado. Aunque existen marcas chinas con operaciones formales y consolidadas, este tipo de salidas abruptas debilita la confianza del público en toda la oferta proveniente de China.
Especialistas advierten que este escenario podría repetirse con otras marcas que operan bajo esquemas similares, es decir, sin presencia directa del fabricante ni infraestructura propia. Firmas como Bestune, JIM, Arra, Foton, Hongqi, o aquellas comercializadas por Motornation (DFSK, Seres, JMC, BAIC), podrían enfrentar el mismo destino si el negocio deja de ser viable.
A este contexto se suma un entorno cada vez más complejo. La competencia feroz, la desaceleración del mercado y los nuevos aranceles a autos chinos que entrarán en vigor presionan los márgenes de operación, especialmente para las marcas más frágiles.
¿Qué marcas tienen mayor respaldo en México?
En contraste, empresas como BYD, Geely o MG cuentan con una presencia formal, redes de distribución más amplias y planes de largo plazo, lo que les da mayor capacidad para resistir cambios regulatorios y económicos. Aun así, el panorama general para los autos chinos en México sigue siendo incierto.
La salida de SEV funciona como una advertencia clara para los consumidores: antes de adquirir un vehículo, especialmente de marcas nuevas, es clave revisar quién respalda la operación, si existe infraestructura posventa y qué tan comprometida está la empresa con el mercado mexicano.
En un país donde la electromovilidad aún está en proceso de consolidación, la permanencia no dependerá solo del precio, sino de la confianza, el soporte y la responsabilidad con el cliente.
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