Por primera vez desde su entrada en vigor en 2020, México realiza una consulta nacional interna sobre el T-MEC, el tratado que define gran parte de su relación económica con Estados Unidos y Canadá. Este proceso, impulsado por el gobierno de Claudia Sheinbaum, busca escuchar a todos los sectores: desde grandes industrias hasta trabajadores, universidades y gobiernos estatales.
La iniciativa marca un precedente en la historia de la política comercial mexicana.
“Ya no se decidirá en una oficina, sino escuchando a todo el país”, aseguró Sergio Silva, titular de la Unidad de Fomento y Crecimiento Económico de la Secretaría de Economía.
Una estrategia inédita para una negociación clave
El proceso de consultas, que se extenderá durante octubre, busca fortalecer la postura mexicana ante la revisión del T-MEC prevista para 2026. Los resultados serán entregados el 15 de noviembre al secretario de Economía, Marcelo Ebrard, quien los canalizará a la presidenta Sheinbaum.
Hasta ahora, se han realizado encuentros en 13 estados, desde Nuevo León y Querétaro hasta Oaxaca y Guerrero. En cada región, los temas varían: en el norte preocupa la industria automotriz; en el sur, el impacto en la agroindustria y la logística.
El gobierno espera consolidar un diagnóstico que refleje la diversidad económica de México, entendiendo que no todos los sectores enfrentan los mismos retos ante el tratado trilateral.
Sectores clave: del acero al turismo
Las consultas han abarcado sectores estratégicos como vehículos pesados, minería, plásticos, agroindustria, aeronáutica y energético, entre otros. Próximamente se sumarán industrias creativas, turismo, farmacéutica, autopartes y energía.
Cada encuentro permite identificar áreas donde el T-MEC ha sido un motor de crecimiento y otras donde se requieren ajustes. El objetivo es claro: llegar a la mesa de revisión con una posición sólida y basada en evidencia.
Un país heterogéneo, una voz común
El reto de fondo es construir una visión unificada de México ante el T-MEC. Mientras algunos sectores dominan los tecnicismos del acuerdo, otros apenas comienzan a comprender su alcance. Para el gobierno, esta es una oportunidad pedagógica y política: acercar el tratado a todos los actores y democratizar la política comercial.
“Queremos sentarnos con nuestras contrapartes con información precisa y consensuada. La negociación será compleja, pero llegaremos fortalecidos”, afirmó Silva.
El éxito de este proceso podría marcar un cambio estructural en cómo México se prepara para las grandes negociaciones internacionales. Más allá del T-MEC, representa una apuesta por una política económica participativa y descentralizada.


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