Los cierres de año son el mejor momento para hacer un alto y revisar cómo estás manejando tu dinero. Así como se evalúa la salud física, analizar la salud financiera permite anticipar riesgos, corregir errores y planear mejor el futuro, especialmente ante un nuevo año lleno de ajustes económicos.
De acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), la salud financiera se compone de cuatro etapas: seguridad, resiliencia, control y libertad. Evaluarlas te ayudará a saber si vas por buen camino o si necesitas hacer cambios urgentes antes de 2026.
¿Cómo organizas tu dinero cada mes?
Una salud financiera sólida comienza con la planeación. Quienes cuentan con un presupuesto claro, registran sus gastos y ajustan cuando es necesario suelen tener mayor control de su dinero.
Cuando no existe un seguimiento de los ingresos y egresos, es común perder de vista en qué se va el dinero y terminar el mes con presión financiera. Gastar conforme llega el ingreso suele ser una señal temprana de desorden financiero.
Así manejas tus deudas: ¿control o riesgo?
Las deudas no siempre son malas, pero su manejo marca la diferencia. Tener créditos que se pagan puntualmente y que no rebasan la capacidad de pago es una señal positiva.
En cambio, atrasarse con frecuencia, pagar solo el mínimo o usar un crédito para cubrir otro puede indicar un problema estructural. Este tipo de prácticas debilitan la salud financiera y aumentan el estrés económico.
¿Qué tan preparado estás ante imprevistos?
Uno de los pilares de una buena salud financiera es contar con un fondo de emergencia. Este ahorro permite enfrentar gastos inesperados sin recurrir a deudas.
Depender únicamente de tarjetas de crédito o de apoyo externo ante una emergencia es una señal de vulnerabilidad. La Condusef recomienda ahorrar al menos el equivalente a tres meses de gastos básicos.
Ahorro y retiro: pensar en el largo plazo
Tener un plan de retiro o inversiones a largo plazo refleja una visión financiera saludable. Realizar aportaciones periódicas, aunque sean pequeñas, marca una gran diferencia con el tiempo.
Posponer este tema o considerarlo innecesario suele generar problemas en el futuro. La falta de planeación a largo plazo limita la libertad financiera y reduce la capacidad de decisión más adelante.
¿Qué tan informado estás sobre tus finanzas?
La información también es parte de la salud financiera. Consultar fuentes confiables antes de contratar un producto financiero ayuda a evitar fraudes, malas decisiones y costos innecesarios.
Tomar decisiones basadas solo en recomendaciones informales o rumores incrementa el riesgo financiero y reduce el control sobre el dinero.
¿Cómo está tu salud financiera?
Si la mayoría de tus respuestas reflejan desorden, dependencia del crédito y falta de ahorro, tus finanzas están en riesgo. En este caso, el primer paso es identificar gastos, reducir deudas innecesarias y buscar información confiable.
Si te encuentras en un punto intermedio, con algunos hábitos positivos pero sin constancia, estás en proceso de fortalecimiento. Elaborar un presupuesto y fijar metas claras puede ayudarte a avanzar.
Cuando predominan los hábitos de planeación, ahorro e inversión, tu salud financiera es fuerte. Esto indica control, previsión y mayor tranquilidad ante los cambios económicos.
“Cierra este año con claridad y abre el próximo con acción. Haz de la salud financiera tu propósito 2026: más control, previsión y mayor tranquilidad”, recomienda la Condusef.
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