En la vida cotidiana de México, la economía informal es más que una estadística: es el puesto de tacos que nunca falta en la esquina, la tiendita de barrio, la costurera que trabaja desde casa y el taxista que usa su propio auto para mantener a su familia.
El Inegi reveló que al primer trimestre de 2025 este sector creció 4% anual, alcanzando un valor de 5.83 billones de pesos. Una cifra que refleja la fuerza —y también la vulnerabilidad— de millones de mexicanos que sostienen gran parte del consumo interno sin acceso pleno a seguridad social o derechos laborales.
Estados que más crecieron y los que retrocedieron
El estudio MEITEF mostró que el impulso de la economía informal no fue parejo en todo el país:
- Mayores crecimientos:
- Oaxaca: 9.2%
- Tamaulipas: 8.4%
- Ciudad de México: 6.6%
- Hidalgo: 6.2%
- Guanajuato: 5.7%
- Oaxaca: 9.2%
- Retrocesos:
- Campeche: -15.4%
- Quintana Roo: -6.4%
- Sinaloa: -0.8%
- Tabasco: -0.3%
- Campeche: -15.4%
Este contraste muestra cómo el turismo golpeado en Quintana Roo o la industria energética en Campeche afectan la capacidad de generar ingresos informales.
El peso del valor agregado bruto
El valor agregado bruto del sector informal aumentó 5.6% anual y representó el 57.2% de la economía informal.
Oaxaca volvió a encabezar con un alza de 11.8%, seguido de Tamaulipas (10.4%), Coahuila y Aguascalientes (9.5% cada uno) e Hidalgo (9.4%).
En contraste, Campeche cayó 22.1%, y Quintana Roo 9.1%, reflejando las desigualdades regionales del país.
Más de 16 millones de empleos en la informalidad
El informe también reveló que existen 16.4 millones de puestos de trabajo remunerados en la economía informal, un incremento de 2.7% anual.
Los estados con mayor dinamismo fueron:
- Tamaulipas (7.4%)
- Ciudad de México (6.3%)
- Sonora (6.2%)
- Durango (5.6%)
- Baja California Sur (5%)
En Campeche, Quintana Roo y Tabasco, sin embargo, los empleos informales cayeron.
La otra cara de la informalidad
Aunque la economía informal genera empleo y dinamiza el consumo, también refleja precariedad: salarios bajos, falta de seguridad social y nula estabilidad laboral.
El desafío para México será cómo integrar progresivamente a estos trabajadores a la formalidad, sin destruir la flexibilidad que los mantiene activos.
