El veredicto es inapelable. La muestra B de Jaime Munguía ha confirmado el positivo por testosterona exógena, sellando su destino y desatando una crisis que va mucho más allá de su carrera, apuntando directamente al corazón del campamento más famoso del boxeo.
El telón ha caído sobre Jaime Munguía. Lo que comenzó como una «sorpresa» y una defensa basada en la contaminación se ha convertido en una verdad ineludible: la muestra B de su control antidopaje ha dado positivo por testosterona exógena, confirmando el hallazgo inicial de la muestra A. Este no es solo el final de su coartada; es el comienzo de un juicio público que amenaza con derribar no solo su carrera, sino la credibilidad de uno de los establos más poderosos del boxeo mundial, el de Eddy Reynoso y Saúl «Canelo» Álvarez.
La victoria en la revancha contra Bruno Surace el pasado 3 de mayo ya no existe. Será, con toda probabilidad, anulada y convertida en un «No Contest». Pero la anulación de un resultado es el menor de los problemas para el púgil de Tijuana. Lo que está en juego es su legado, su futuro y la sombra de la duda que ahora se cierne sobre un equipo que acumula demasiadas coincidencias.
Una Revancha Marcada por la Desesperación
Para entender la magnitud de este escándalo, es crucial rebobinar hasta el 14 de diciembre de 2024. Esa noche, en su natal Tijuana, Jaime Munguía, el excampeón mundial y gran favorito, fue noqueado de forma humillante por Bruno Surace, un francés con apenas un puñado de KOs en su récord. Fue el «Upset del Año» de BoxingScene, una derrota que puso su carrera en la lona.
La revancha de mayo no era una pelea más; era una misión de rescate. Perder de nuevo era impensable. Con esta presión asfixiante, Munguía se unió al campamento de Eddy Reynoso, buscando la fórmula mágica que le devolviera a la élite. Y la encontró, con una victoria por decisión unánime. Pero el resultado del laboratorio sugiere que la fórmula no era solo táctica. El hecho de que un boxeador con más de 100 pruebas limpias a lo largo de su carrera dé positivo precisamente en el momento de mayor vulnerabilidad y presión psicológica, no parece una coincidencia. Apunta a un acto de desesperación, a una necesidad de ganar a cualquier costo.
El Contagio del Canelo Team: ¿Un Patrón Inevitable?
El equipo de Munguía se ha apresurado a deslindar a Reynoso, afirmando que «solo actúa como entrenador de Jaime» y no está involucrado en su nutrición o suplementación. Sin embargo, esta defensa se desmorona ante el historial del campamento. El caso de Munguía no es un incidente aislado; es el último de una preocupante lista que incluye a figuras como Oscar Valdez, Julio César Martínez y, por supuesto, al propio Canelo Álvarez y su polémico positivo por clembuterol, atribuido a carne contaminada.
«Obviamente con Munguía estamos al 100 por ciento, solo él sabe lo que pasó… A Eddy Reynoso lo están reventando, que no tiene absolutamente nada que ver», declaró Mauricio Sulaimán, presidente del CMB, intentando contener la crisis.
Este nuevo positivo reabre viejas heridas y da munición a los escépticos. La pregunta ya no es si Munguía hizo trampa, sino si existe un problema sistémico en el gimnasio más laureado del boxeo. Cada defensa de «contaminación» suena ahora menos creíble, y la sombra de la duda se extiende inevitablemente sobre los logros de su peleador estrella, Canelo Álvarez.
La Voz del Agraviado: «Sabía que no podía vencerme en igualdad»
En medio de las defensas y las excusas, emerge la voz poderosa y digna de Bruno Surace. El boxeador francés, el verdadero protagonista moral de esta historia, ha sido claro y contundente.
«Estoy impactado por la noticia… No hay lugar en el boxeo para las trampas; el deporte ya es suficientemente peligroso. Fui a México y noqueé a Munguía de forma justa y limpia… Él sabía que no podía vencerme en igualdad de condiciones. Confío en que este resultado será anulado de inmediato», declaró Surace a The Ring.
Sus palabras no son solo una acusación; son el lamento de un atleta al que le robaron un momento de gloria. Surace no es un rival más; es la víctima de un sistema que parece fallar. Su historia, la del desvalido que triunfó con limpieza solo para ser engañado en la revancha, es el ancla emocional que convierte este escándalo en una tragedia deportiva.
El Veredicto Final: Una Carrera Destrozada, un Legado Cuestionado
Las consecuencias para Jaime Munguía serán severas. La Comisión de Boxeo Británica (BBBofC), que supervisó el evento en Riad, es conocida por su estricta política de responsabilidad. Le espera una larga suspensión, una multa considerable y el desplome en los rankings mundiales.
Pero el daño real es intangible. Munguía, el guerrero respetado, ahora será recordado como el boxeador que necesitó recurrir a sustancias prohibidas para vengar una derrota. Y lo más grave es que, en su caída, ha arrastrado al fango a su campamento. Ha puesto un asterisco gigante no solo sobre su carrera, sino sobre la de todos los que entrenan bajo el mismo techo. El veredicto de culpabilidad de Munguía ha puesto al Canelo Team, y al boxeo mismo, en el banquillo de los acusados.


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