El último Grand Slam del año, el US Open, inicia en medio de una situación climática complicada para jugadores y asistentes. Nueva York enfrenta una ola de calor que amenaza con superar los 38 grados Celsius, lo que pone a prueba la resistencia de todos en el Billie Jean King National Tennis Center.
Protocolos ante el calor extremo en Nueva York
Para hacer frente a este desafío, los organizadores activaron medidas estrictas para evitar problemas de salud. Entre las acciones destacan descansos extra entre sets, zonas de enfriamiento obligatorias y la apertura parcial de techos retráctiles en los estadios principales como Arthur Ashe y Louis Armstrong, incluso sin lluvia, con el fin de generar sombra y reducir la temperatura en las pistas.
Además, el torneo utiliza el sistema WetBulb Globe Temperature (WBGT), que mide el estrés térmico real combinando factores como temperatura, humedad, radiación solar y viento. Cuando el índice supera los 30 °C, se aplican protocolos para cuidar a los jugadores, incluyendo pausas y medidas especiales.
Preocupación de jugadores y expertos
La ola de calor extrema ha generado preocupación entre tenistas y expertos. En 2023, un tenista ruso alertó sobre el riesgo mortal que puede implicar jugar bajo estas condiciones. Diego Schwartzman y Paula Badosa, figuras del circuito, también han pedido modificar horarios para evitar las horas más calurosas, proponiendo más sesiones nocturnas.
Desde el punto de vista de la ecóloga deportiva Madeleine Orr, el problema es creciente y la solución a largo plazo debería incluir un replanteamiento del calendario deportivo para evitar los picos de calor, tomando como ejemplo el Mundial de Qatar celebrado en invierno.
No solo los jugadores enfrentan riesgos. El público ha sido incorporado en los planes de protección, se entregan ventiladores portátiles y paraguas gratuitos, además de aumentar los puntos de hidratación en el recinto. Los mensajes médicos son claros: hidratarse constantemente y evitar la exposición directa al sol.
Aunque la organización apuesta por potenciar las sesiones nocturnas, los intereses económicos y los derechos de transmisión dificultan cambios radicales en el calendario. Por ahora, la estrategia se enfoca en combinar seguridad y espectáculo, mientras las temperaturas siguen siendo un desafío para todos.


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