Puebla inicia una nueva historia al presentar a Albert Espigares López como el entrenador que buscará reconstruir el camino perdido y devolverle protagonismo a un equipo que, durante meses, vivió entre dudas, frustraciones y la exigencia de una afición que nunca dejó de creer.
Puebla llega a este cambio después de un torneo difícil y de un cierre doloroso, pero también con la esperanza que representa un proyecto deportivo que, desde hace años, apuesta por la formación de talento joven. Puebla quiere volver a competir, volver a emocionar y volver a ser un equipo que refleje la identidad de su gente. Puebla no solo cambia de entrenador: cambia de rumbo, de energía y de ambición.
La salida de Cristante y el punto de quiebre
El Clausura 2026 marca un antes y un después en la historia reciente de La Franja. El ciclo de Hernán Cristante concluyó tras un torneo donde Puebla terminó en el último lugar de la tabla, con apenas 12 puntos. Tres triunfos, tres empates y once derrotas fueron suficiente señal de que el equipo necesitaba un giro profundo. La afición, fiel pero exigente, observaba cómo la identidad que alguna vez caracterizó al club parecía diluirse entre malas rachas y escasa efectividad.
La directiva entendió que el proyecto necesitaba una transformación integral y encontró en Albert Espigares una figura capaz de generar esa reconstrucción desde dentro. La apuesta no se basa solo en resultados, sino en un cambio de filosofía deportiva.
El perfil de Espigares, un técnico de formación y liderazgo
Albert Espigares no es un desconocido para el entorno del futbol mexicano ni para los procesos formativos. Llegó a Puebla a principios de 2024 para dirigir fuerzas básicas, donde su trabajo destacó por impulsar a jóvenes talentos y facilitar diez debuts en primera división. Ese logro fue decisivo para que la institución le encomendara ahora la dirección técnica del primer equipo.
Con experiencia previa en Atlas y Santos Laguna, Espigares ha dejado huella en el desarrollo de futbolistas que hoy compiten en el máximo circuito. Su preparación incluye certificaciones de la FMF, la Real Federación Española de Futbol y la UEFA, una combinación poco común y muy valorada para quien lidera un proyecto con especial énfasis en la cantera.
La filosofía deportiva que Puebla quiere consolidar
El comunicado del club fue claro: la llegada de Espigares se basa en dar continuidad a lo sembrado. El proyecto de Puebla ha buscado consolidar talento juvenil, mantener un estilo de juego dinámico y cumplir con la regla de menores sin sacrificar calidad. La meta es construir un equipo competitivo desde sus raíces.
Puebla ve en Espigares a un entrenador capaz de equilibrar desarrollo formativo y resultados, dos pilares que deben marchar juntos para que la institución recupere su peso dentro de la Liga MX. La directiva confía en que su conocimiento táctico y liderazgo permitirán que el equipo recupere confianza y fortaleza.
Un reto emocional y deportivo para la afición poblana
Para Puebla, este nuevo ciclo representa también una oportunidad emocional. La afición poblana es una de las más apasionadas, y a pesar de los malos resultados recientes, mantuvo su apoyo en casa y fuera. Los seguidores esperan que esta etapa sea el inicio de un renacimiento deportivo donde los jóvenes, la disciplina y la idea de juego ordenado vuelvan a ser protagonistas.
Puebla deberá trabajar no solo en la cancha, sino en reconstruir la relación emocional con su gente. Un proyecto sólido requiere identidad, compromiso y constancia, valores que Espigares ha demostrado en cada etapa de su carrera.
La promesa de un equipo más competitivo
El Clausura 2026 será una prueba crucial. Puebla deberá reponerse rápido del golpe del torneo pasado y mostrar señales claras de evolución desde las primeras jornadas. Para lograrlo, se espera una pretemporada enfocada en automatismos tácticos, fortalecimiento físico y definición de roles. La mezcla de experiencia y juventud será clave.
Espigares, conocedor profundo de los procesos formativos, podría convertir al equipo en un proyecto atractivo para jugadores en ascenso, al mismo tiempo que consolida a futbolistas con trayectoria. Puebla quiere un plantel equilibrado, disciplinado y dispuesto a competir ante cualquier rival.
La visión a futuro: estabilidad, cantera y estilo
Más allá del corto plazo, Puebla construye un proyecto pensado para perdurar. La institución quiere dejar atrás los constantes cambios de dirección técnica y apostarle a un proceso que se consolide con estabilidad. Espigares encaja en esa visión: conoce el club, conoce la cantera y entiende el modelo de juego que se busca.
La idea es que Puebla se convierta en un referente de formación dentro de la Liga MX, al mismo tiempo que recupera su etiqueta de equipo combativo. Con organización, visión a largo plazo y trabajo constante, el club tiene el potencial de renacer y posicionarse como un proyecto competitivo y atractivo.
El impacto esperado en la Liga MX
La llegada de Espigares no solo tiene relevancia para Puebla, sino para el futbol mexicano. Su perfil formativo y su enfoque en el desarrollo de talento pueden impulsar una nueva generación de jugadores nacionales. Además, su preparación europea aporta una visión moderna que podría refrescar el estilo de La Franja.
Si el proyecto funciona, Puebla podría convertirse en un ejemplo de cómo la combinación de cantera, continuidad y metodología puede elevar el nivel de los equipos en la liga. Los aficionados esperan ver un equipo más sólido, disciplinado y coherente con su identidad histórica.
La responsabilidad y la ilusión del nuevo ciclo
Puebla sabe que no será un camino sencillo, pero también entiende que cada fracaso es la antesala de una reconstrucción profunda. El nombramiento de Espigares es un mensaje claro: la institución quiere cambiar, crecer y recuperar la credibilidad deportiva que en otros años la colocó en momentos estelares.
La afición, la directiva y el propio entrenador comparten un mismo sueño: que Puebla regrese a los lugares altos de la clasificación y vuelva a competir con orgullo y determinación.


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