Un partido bajo alta tensión en Oslo

El encuentro clasificatorio al Mundial de 2026 entre Noruega e Israel estuvo rodeado de fuertes medidas de seguridad, luego de que cientos de manifestantes propalestinos se congregaran a las afueras del Ullevaal Stadion en Oslo. A pesar del ambiente tenso, la selección noruega ofreció una actuación dominante y venció 5-0 al combinado israelí, con un triplete de Erling Haaland, figura del Manchester City.

Manifestaciones y disturbios antes y después del encuentro

Horas antes del inicio del partido, alrededor de mil manifestantes marcharon desde el centro de Oslo hasta las inmediaciones del estadio, ondeando banderas palestinas y portando pancartas con mensajes como “Excluyan a Israel del futbol internacional” y “Esto es un genocidio, no una guerra”. Según la policía noruega, la mayoría de las protestas fueron pacíficas, aunque al finalizar el encuentro se registraron disturbios aislados y varios arrestos.

Las fuerzas de seguridad, equipadas con trajes antidisturbios, dispersaron con gas lacrimógeno a un grupo de inconformes que se negó a abandonar la zona. En medio del operativo, algunos manifestantes denunciaron uso excesivo de la fuerza.

Mensajes y símbolos dentro del estadio

Aunque sólo se permitió la entrada de tres mil espectadores, las expresiones políticas también se manifestaron dentro del recinto. Una bandera palestina fue desplegada al inicio del encuentro junto a un cartel que decía “Dejen vivir a los niños”, mientras parte del público abucheó el himno nacional de Israel.

Durante el partido, un hombre con una camiseta con la leyenda “Free Palestine” ingresó brevemente al campo antes de ser detenido por los elementos de seguridad. En contraste, un grupo de aficionados israelíes respondió mostrando banderas de su país y una pancarta que decía “Dejen que hable el balón”.

La postura del Comité Noruego para Palestina

Line Khateeb, presidenta del Comité Noruego para Palestina, declaró que la movilización buscaba visibilizar la situación en Gaza y exigir la exclusión de Israel del futbol internacional. “El mensaje que queremos pasar hoy es que sacamos la tarjeta roja contra Israel, contra el apartheid y contra el genocidio”, afirmó.

El dominio noruego en la cancha

Pese al clima político, el encuentro deportivo fue completamente dominado por los locales. Noruega se impuso 5-0 sobre Israel, con una actuación brillante de Haaland, quien anotó tres goles (27’, 63’ y 72’) y lideró a su equipo hacia el liderato del Grupo I con 15 puntos.

El marcador se abrió al minuto 18 con un autogol del israelí Anan Khalaili, seguido por otro tanto en propia puerta de Idan Nachmias al 28. Haaland, que había fallado un penal al minuto seis, se redimió rápidamente y completó la goleada en la segunda mitad.

Con esta victoria, Noruega quedó prácticamente con un pie en el Mundial de 2026, mientras Israel descendió al tercer puesto del grupo, con nueve unidades.

Seguridad reforzada y repercusiones internacionales

Las autoridades noruegas señalaron que el operativo de seguridad fue uno de los más amplios en eventos deportivos recientes, ante el riesgo de incidentes políticos. El gobierno de Israel expresó su preocupación por los abucheos y símbolos desplegados durante el partido, mientras que organizaciones de derechos humanos en Noruega defendieron el derecho a la libre expresión de los manifestantes.

Analistas internacionales advierten que este episodio refleja cómo las tensiones en Medio Oriente se están trasladando a otros escenarios, incluidos los deportivos y culturales, generando desafíos diplomáticos adicionales para Europa.

Fútbol y política, una frontera cada vez más difusa

El Noruega-Israel no solo fue un partido clasificatorio, sino un recordatorio de cómo el deporte y la política siguen entrelazados en contextos de conflicto. Mientras Haaland y su selección celebraban una victoria contundente, afuera del estadio se escuchaban consignas por la paz y la justicia en Gaza.

El resultado deportivo deja a Noruega más cerca del Mundial, pero el mensaje de las calles noruegas demuestra que, para muchos, ningún triunfo en la cancha puede silenciar las voces que claman por los derechos humanos.