En un acto que desafía la lógica y la decencia, la FIFA ha puesto a un zorro a cuidar el gallinero. La designación de Félix Zwayer para el Mundial de Clubes no es un error, es una declaración de principios: la corrupción no importa.
El Cargo: La Designación de la Polémica
La FIFA, en su infinita sabiduría, ha decidido que el árbitro alemán Félix Zwayer es el hombre indicado para impartir justicia en el Mundial de Clubes, comenzando con el debut de un gigante como River Plate. Esta decisión sería rutinaria si no fuera por un pequeño detalle en el currículum de Zwayer: un historial probado de corrupción y amaño de partidos.
El Antecedente Criminal: El Escándalo que Nunca se Borra
El núcleo de esta controversia se remonta a 2005. Zwayer, entonces un joven asistente, se vio envuelto en el escándalo de amaño de partidos protagonizado por el árbitro Robert Hoyzer. Las investigaciones revelaron que Zwayer aceptó un soborno de 300 euros para «evitar escenas críticas» en favor de un equipo en un partido de la segunda división alemana. Aunque más tarde colaboró con las autoridades, la Federación Alemana de Fútbol (DFB) lo suspendió durante seis meses. Lo más escandaloso es que esta sanción se mantuvo en secreto durante casi una década, hasta que fue revelada por la prensa en 2014.
Este no es un fantasma del pasado; es una mancha indeleble en su credibilidad. Jugadores como Jude Bellingham se lo han recordado en la cara después de un partido, cuestionando cómo se puede designar para el partido más importante de Alemania a «un árbitro que ha amañado partidos antes». Su carrera ha estado salpicada de polémicas que, a la luz de su historial, siempre generan una sombra de duda.
La Defensa de la FIFA: Una Cortina de Humo Burocrática
La defensa implícita de la FIFA y la UEFA es predecible y burocrática. Señalarán que Zwayer es árbitro internacional desde 2012, que ha dirigido partidos de élite como semifinales de la Champions League y la final de la UEFA Nations League. Presentarán su «rehabilitación» como un éxito del sistema.
Pero este argumento es una falacia. Es como decir que un banquero condenado por fraude es apto para dirigir el banco central porque ha manejado cuentas importantes desde que salió de la cárcel. La experiencia no borra la falta de integridad, especialmente en una función donde la imparcialidad es el único capital. Un informe lo describe perfectamente: Zwayer «sobrevivió más por política que por sus condiciones».
La Muerte de la Credibilidad
La designación de Félix Zwayer para un torneo de la envergadura del Mundial de Clubes no es un simple error administrativo. Es un mensaje claro y cínico por parte de la FIFA: la corrupción, si es lo suficientemente antigua y el implicado sabe moverse en los pasillos del poder, no solo se perdona, se premia. Al colocar a un árbitro con un historial probado de aceptar sobornos en uno de sus escenarios más prestigiosos, la FIFA está erosionando activamente la ya frágil confianza del público en la integridad del juego.
Este caso trasciende a un solo árbitro. Es un juicio a la credibilidad de toda la estructura de gobierno del fútbol. Si un juez con una condena por corrupción puede oficiar al más alto nivel, ¿qué garantía tiene el aficionado de que el juego es limpio? ¿Cómo se puede confiar en una decisión del VAR o en un penalti pitado en el último minuto cuando quien lo pita tiene un precio demostrado?
El veredicto de Sport Judge es que esta decisión es una burla. Es la prueba definitiva de que para la FIFA, manchada históricamente por sus propios escándalos de corrupción, la apariencia de normalidad es más importante que la sustancia de la integridad. Han puesto al zorro a cuidar las gallinas, y no podemos actuar sorprendidos cuando empiecen a desaparecer.
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